Nada peor para nosotros que un Brasil débil, confundido, irresponsable en lo económico, desordenado y desequilibrado, en el terreno de la incertidumbre y con un cielo de desconfianza. Puede gustarnos o no el giro histórico a la derecha –inevitable por cierto después del despilfarro populista de la izquierda de la billetera– pero Brasil es Brasil cuando es fuerte. El Brasil inestable y cangrejo nos perjudica. Hoy se habla del “milagro económico paraguayo” porque la peor crisis brasileña en cinco años (2014-2018) –desgracia histórica– cayendo la economía 4% y devaluándose su moneda 94%, no nos hundió. Todavía en el Paraguay quilombero no se sabe el cómo. Ya bailamos con la más fea. El Brasil “liberal” puede ser una grata sorpresa económica. Para nosotros, la Argentina y la región.
Paulo Guedes es el “superministro de economía” de Jair Bolsonaro, con poderes extraordinarios, y tiene la película bien clara de lo que hay que hacer para sacar a Brasil de su peor crisis histórica. Es un “liberal” –un Chicago Boy– de 69 años con prestigio internacional. Si Jair le brinda todo el apoyo político necesario para las reformas “liberales”, sin mayores limitaciones y condicionantes nacionalistas y proteccionistas –lo que está por verse, lo que está en juego– el matrimonio conservador y liberal puede fabricar el Brasil exitoso, aunque no de la noche a la mañana, y claramente sin un aceptable nivel de acuerdo nacional, basado, como no puede ser de otra manera, en un liderazgo presidencial guía con reconocimiento social.
¿Cuál es la visión y el pensamiento de Paulo Guedes? Esto dijo al asumir como flamante ministro de Economía (une Hacienda, Planificación, Desarrollo, Industria, Comercio Exterior y Empleo):
(*) Vamos en la dirección de la democracia liberal. Vamos a abrir la economía, vamos a simplificar los impuestos y vamos a privatizar.
(*) Para los liberales, la idea de una inversión maciza en capital humano es transformadora y libertadora.
(*) La Seguridad Social (Sistema) es una fábrica de desigualdades. Quienes legislan tienen las mayores jubilaciones. Quienes juzgan tienen las mayores jubilaciones. El pueblo brasileño, las menores.
(*) Nuestro diagnóstico tiene que comenzar por el control del gasto (estatal). El descontrol es el “mal mayor” de la economía brasileña. No es preciso cortar dramáticamente. Hay que dejar de crecer al ritmo que crecía.
(*) Tenemos el techo, pero sin paredes para sostenerlo. Esas paredes son las reformas. Tenemos que profundizar las reformas, y los pilares de nuestra gestión son Seguridad Social, Privatizaciones aceleradas y simplificar, reducir y eliminar los impuestos.
(*) Estamos respirando a la sombra de una tranquilidad, pero es una falsa tranquilidad, de estancamiento económico.
(*) Brasil tuvo la economía con mayor ritmo de crecimiento durante tres cuartos del siglo pasado, después perdió potencia. Y perdió potencia por la insistencia en el modelo de la economía de comando central, en vez de una economía de mercado.
(*) El mecanismo de inclusión social es la economía de mercado.
(*) El Brasil se corrompió y paró de crecer por exceso de gastos. El Estado gasta mal y transfiere dinero para privilegios.
(*) No existe el superministro. No existe alguien que sólo pueda arreglar los problemas de Brasil. Esa es una construcción donde los tres poderes tendrán que participar. La prensa, que es el 4° poder, tiene un papel fundamental en el esclarecimiento de cuestiones que tenemos enfrente.
(*) No hay motivo alguno para dudas, angustias e incertidumbres respecto de lo que será el futuro. Tenemos una democracia resiliente (capacidad de aguantar golpes y superar adversidades o sobreponerse a ellas) y que está siendo puesto a prueba desde hace 30 años.
(*) El presidente Jair Bolsonaro y (mi) equipo tienen absoluto compromiso con las instituciones democráticas.
(*) Después de 30 años de alianza política de centro e izquierda, ahora hay una alianza entre conservadores, en principios y costumbres, y liberales en la economía.
(*) Piratas privados y criaturas del pantano político se asociaron contra el pueblo brasileño.
(*) Brasil dejará de ser el paraíso de los rentistas y el infierno de los emprendedores.
Hay una visión, un pensamiento y un discurso. Y una realidad que cambiar, con hechos. Quiera Dios que no tengamos que volver a bailar con la más fea. El Gobierno anterior aguantó. ¿El actual? Prefiero la más linda. Duele decirlo, pero hay que decirlo.