Cuando estamos a horas de recibir el nuevo año, que se presenta como una verdadera caja de sorpresas, y mientras el mundo avanza a velocidades nunca antes vistas, las autoridades en Paraguay pretenden volver al pasado y apuestan de nuevo por el Servicio Militar Obligatorio.

Es retrógrado. Por un lado argumentan que las Fuerzas Armadas necesitan soldados y por otro también rubros, y ante este escenario se les ocurrió la brillante idea de que la mejor forma de financiar su mundo de guerra es esquilmando con multas a los jóvenes.

¡A los jóvenes! A esos que son arrojados a la vida “adulta” luego de pasar por un sistema educativo deficiente que no les prepara para nada y que ni siquiera tienen idea de qué hacer con su vida, pero se les exige “servir” a la patria, o mejor, ser juguetes de “superiores” ávidos de venganza por los malos tratos recibidos a su vez.

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Y esto de ninguna manera es exageración. Lo que todos sabemos se evidenció en un video que recorrió las redes sociales y que no solo mereció el repudio de la ciudadanía, sino que una tibia reprimenda por parte de las altas esferas militares. En la grabación, un grupo de soldados amenazó a los jóvenes compatriotas con meterlos en un camión y llevarlos a que realicen el SMO en el Chaco, donde se volverían hombres cuando les faltase agua.

Esa mentalidad existe, aunque la alta cúpula castrense se empeñe en negarla. Es triste reconocer que las glorias del pasado duermen en el Panteón Nacional de los Héroes y que nada hay para estar orgullosos en las Fuerzas Armadas actuales. De ser servidumbre en las casas de los jerarcas del pasado reciente, el panorama de los soldaditos pasó a organizar fiestas bacanales, como sucedió este mismo año en la Armada cuando más de una docena de marinos secuestró y violó a una menor por al menos 24 horas.

¿Para eso quieren esquilmar a los jóvenes ciudadanos? O en realidad a sus padres, porque los chicos no tienen de dónde sacar el dinero. Serán sus progenitores quienes una vez más deberán dar la cara por sus hijos para financiar los gastos ajenos. ¿Para que los soldaditos vivan mejor? ¿Para que sus superiores tengan acondicionador de aire al llegar trasnochados a su oficina a las 4:30 o’clock y no hacer nada? ¿Para comprar tanques y aviones o fusiles sin bayonetas?

¿Contra quién van a pelear los hijos del mariscal López si ni siquiera pueden enfrentar al EPP? ¿Contra otra nación? Para capitalizar esa empresa no serían suficientes todos los bolsillos de todos los jóvenes paraguayos.

Sería mejor que les pregunten a los chinos cómo convertir oro con gas argón y cobre, como lo descubrieron a fuerza de estudio y de ciencia, no con delirios de chicos arreados al Chaco. Con mucho oro las autoridades paraguayas podrían comprar todos los juguetes bélicos que quieran y podrían jugar a la guerra, que tanto les apasiona.

Aunque sería más sencillo –y barato– comprar unas consolas PlayStation y disparar armas que no necesitan recargar balas. Podrían programar su pasión hacia escenarios del pasado o futuristas, con aviones biplanos o supersónicos y misiles intercontinentales en contiendas en las que la muerte reniegue por no poder llevarse a los caídos en acción.

Porque la realidad es otra. La realidad es que al disparar un arma las balas matan. Quitan la vida y no hay forma de reiniciar este juego. En la realidad, el robo de una vida es eterno, no tiene vuelta atrás. Tras el “game over” no se reinicia.

La realidad es que actualmente los ejércitos del mundo son tan sofisticados que de poco sirven las honditas… y ya no quedan más Goliat para hacer milagros.

La realidad es que las guerras de hoy se ganan con inteligencia, con tecnología, no con tiburones ballena y humillaciones que se deben callar en el cuartel para aprender a ser hombres.

La realidad es que hace dos días, apenas el miércoles, Rusia lazó con éxito su nuevo misil hipersónico Avangard, lo último, lo más sofisticado, “capaz de maniobrar en vuelo, lo que lo hace invulnerable ante los sistemas de defensa antiaérea y antimisiles”. El misil es capaz de superar Mach 20, es decir, 20 veces la velocidad del sonido. Ni Estados Unidos, con su presupuesto sideral, tiene con qué enfrentar esta nueva arma, que entrará en servicio este 2019.

Faltan unas horas para que llegue el año nuevo y las autoridades en Paraguay pretenden volver al pasado a costa de lo más sagrado que hay: la vida de sus jóvenes. Tal vez sea divertido enviar a los jóvenes a morir… mientras entre ellos no se encuentre uno propio. La sangre de los hijos de los vecinos siempre es mejor.

Mientras unos hijos son enviados a estudiar al extranjero, los de los demás pueden limpiar letrinas ajenas. O pagar multas. ¡Quién sabe en qué terminará esta caja de sorpresas!

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