181 votos a favor, dos en contra, tres abstenciones y uno “no sabe no contesta”, el de Paraguay. Esta es la realidad que se lee internacionalmente, de una errática diplomacia paraguaya que cambia de un día para otro.
“No hay otra forma de entender esta confusión que ha dejado el canciller, que es, lamentablemente, la política oficial del gobierno: primero se respaldó el pacto, como era lo lógico; luego, tras el escrache de un sector que mal leyó el documento y se quedó con los párrafos que hacen referencia a la “ideología de género”, se reculó y se puso en duda. Y, la conclusión final: Paraguay se borró.
Creo que tampoco se puede poner en duda, ante la tremebunda realidad a que asistimos, registrada y difundida diariamente por los medios de comunicación, de exiliados y desterrados, fugitivos de las guerras y las persecuciones políticas, raciales, religiosas, ante los fugitivos de los intransigentes que tratan de imponer a los otros su “única verdad absoluta”. Y ni qué decir de los fugitivos de la pobreza, sin trabajo, como esas familias enteras que han caminado media América tratando de dejar atrás miseria, persecución, discriminación, explotación…, para llegar a la América del Norte que hoy cierra las puertas, cuando su riqueza se ha forjado también la mano de obra barata que han aportado miles y miles de sus compatriotas que hoy son estadounidenses, cuando su riqueza se ha forjado también con la expoliación de la riqueza de la América pobre, negociando, con sus dictadorzuelos, cuando no instalándolos y sosteniéndolos.
Podemos hacer un repaso de todas las naciones más prósperas y los beneficios que obtuvieron de las más pobres, pero tal vez sea innecesario, ya que la conciencia sobre la gravedad del problema va avanzando como demuestra la cantidad de firmantes del acuerdo.
En estos tiempos de universalización de la información, la comunidad internacional no puede dar la espalda a la realidad de los “desterrados” del mundo, por eso el Pacto Migratorio es un avance, insuficiente aún, pero un paso fundamental para cimentar las bases de un mundo mejor, más justo y humano, que es lo que todos añoran para sí, pero que hay que pensarlo también contemplando la situación de los otros.
Un acuerdo como este, que trata de rescatar a plazo inmediato, y se habla de una situación crítica en este momento de más de 25 millones de personas, no puede ignorarse ni ser relegado.
¡Cómo se van a autoproclamar “pro vida” los que están con la muerte de cerrar las fronteras a los desterrados, a los desamparados, a los perseguidos, a los despatriados… a los enfermos a los segregados, a los marginados!
Por último, pero no menos importante, tenemos que considerar nuestro caso, el de un país con un alto porcentaje de población que se ve obligado a migrar en busca de mejores posibilidades de trabajo.
Y este tema, que no es menor, me refresca la memoria de un alto cargo argentino que propuso limitar el acceso de los que van hacia Argentina en busca de mejores condiciones de vida. Afortunadamente fueron más y tuvieron más peso los que lo consideraron una discriminación entre países fraternos.
Me viene para cerrar esta reflexión a la memoria un poema de Francois Fenelón contra la discriminación: “Todas las guerras son guerras civiles, porque todos los hombres son hermanos”.