Me causa más risa que rabia cuando nuestros politólogos y analistas políticos hablan de nuestra economía. Por una cuestión de fe y actitud prefiero reír antes que llorar cuando son ciegos sin serlos. “No tenemos instituciones serias en Paraguay, el nivel de ‘institucionalización’ (uff…) es bajísimo, están ausentes las reformas de fondo, no se eligen a los mejores, no existe una agenda país y tenemos la misma economía de siempre”, dicen con aire de sabios.

Y no lo son. Se quedaron en el tiempo (los ‘80, los ‘90) por militancia ideológica –“Maduro es bueno”– o por haraganería intelectual: lo generalizan todo. Eso sí, les interesa y/o preocupa el precio del dólar porque sus vidas así de cotizadas están, sin importarles si el real origen de dichos fondos es el fruto de la producción de su mismísimo diablo: el sojero. Nuestra economía es bien vista, mejor desde afuera, por la históricamente típica actitud destructiva del paraguayo. Y desde el 2003 empezamos a andar por un rico camino para convertir en “instituciones” reales los dos brazos poderosos con los que se maneja la economía. Vamos por 15 años. Y seguimos tan campantes. Hacienda y BCP, en una isla de paz y luz, en un mar de turbulencias políticas. Tampoco la maravilla, tampoco la politiquería. Hay una hacienda país en buenas manos. El viernes, todos los elogios fueron para Benigno “Garantía” López y su team. Politólogos y analistas políticos, ausentes.

Jamás en 192 años de independencia nacional (al 2003) tuvimos un periodo tan prolongado de madurez en el manejo de la política económica como el actual. Algo parecido quizás, pero menos institucional, ocurrió en aquella década milagrosa de los años 20 en que la volvió la salud en las finanzas públicas de la mano y gracias al genio y una austeridad de hierro del único estadista civil que tuvo Paraguay: Don Eligio Ayala. Ministro de Hacienda en tres periodos, 15 de agosto de 1920-29 de octubre de 1921, 7 de noviembre de 1921-12 de abril de 1923 (cuando asume como presidente de la República provisional hasta el 17 de marzo de 1924) y 15 de agosto de 1928-23 de octubre de 1930 (fallece). Fue jefe de Estado constitucional del 15 de agosto de 1924 al 15 de agosto de 1928. Dejó la Presidencia para volver a Hacienda. Todavía había mucho trabajo por hacer para sanear la economía. El país estaba en primer lugar.

Y en agosto del 2003 llega Dionisio Borda, el padre de la escuela moderna de Eligio, que hoy es Hacienda como “institución”. Después vinieron Ernst Bergen, César Barreto, nuevamente Dionisio Borda, que le pasó la posta a Manuel Ferreira, con la continuidad de Germán Rojas, Santiago Peña, Lea Giménez y ahora el turno es de Benigno “Garantía” López. Un seleccionado nacional de primer nivel. Nombrar a “cualquiera” como ministro de Hacienda es imposible porque básicamente hay una regla de oro: el que venga tiene que ser mejor que el que se va. Y ni el mercado nacional ni la comunidad financiera mundial toleran hoy a “cualquiera”. La estantería se cae automáticamente por lo fuertemente metido que estamos en el mundo, que a su vez nos monitorea décima tras décima de segundo. Ocurre exactamente lo mismo con el Banco Central del Paraguay (BCP). Dos instituciones consolidadas.

Pero el cambio en Hacienda fue más difícil porque había que formar equipos internos de primer nivel que continuaran trabajando con cada vez mayor capacidad profesional y madurando experiencia. Vinieran quienes vinieran. Nada fácil. Porque en este país tener equipos técnicos es casi una mala palabra. Se ataca todo intento de remunerarlos mejor y hasta de premiarlos. “Son servidores públicos, deben ganar igual, no hay por qué beneficiarlos por su excelencia profesional y, además, nunca se irán del Estado por el seguro de la estabilidad, que es en realidad lo que les atrae, y jamás se irán al sector privado porque perderían sus privilegios”, decía una analista política con un odio visceral a Hacienda, en particular, y al modelo económico en general.

Odio disfrazado de “patriotismo” y con un populismo barato vestido de justicia social bonachona. Las puertas de Venezuela están abiertas, pero no se va. Opino todo lo contrario. Hacienda debe tener el mejor equipo de profesionales y técnicos, muy bien remunerados, permanentemente capacitados en el exterior, altamente disciplinados, premiados en función a sus buenos resultados y con la garantía de la continuidad, no por el ancla de la estabilidad, sino porque la experiencia acumulada en el manejo de la política fiscal, en especial navegando en aguas turbulentas, es invalorable. En todo caso se cometen errores nuevos sin repetir una y otra vez los errores de siempre. Gana el país. Pierde una analista política. Que no se va a Venezuela.

Y me quedo con las palabras finales de Benigno “Garantía” López en su rendición de cuentas el viernes en el Granados Park: “Fue muy importante y emotivo compartir con ustedes el arduo trabajo que realiza todo el equipo de Hacienda. Y quiero compartir también una reflexión que vale la pena señalar. Me pregunto ¿por qué estamos juntos en este momento, con José (Cantero, BCP) hablando de supervisión basada en riesgos y el límite de la responsabilidad fiscal? Cosas de las que hace 20 años era imposible hablar. Cuando Raúl Vera era presidente del BCP tenía una crisis terrible. Y James Spalding en Hacienda no tenía recursos para pagar los salarios. Es que se fue construyendo una institucionalidad, institucionalizando el pensamiento de trabajar con equipos y en equipo, afectando la conducta de todos, autoridades y funcionarios, capacitando el capital humano. Ahora podemos pensar de manera mucho más tranquila en aquello que realmente hace bien al país. Podemos construir la macro. ¿Qué tan importante es la macro? Sin ella no hay micro que funcione. Siempre tenemos que construir sobre lo que funciona.

Convencido estoy que no sirve comparar las gestiones. No me puedo comparar con Jimmy. Las realidades eran diferentes. José tampoco con Raúl. Eran otros momentos. Pero dentro de cada lugar y en cada momento se fue construyendo institucionalidad para llegar acá. No estaríamos acá si no hubiera sido por ministros como Borda, Bergen, Barreto, Ferreira, Rojas, Santiago y la misma Lea. Y en el BCP, igual. Esa (institucionalidad) es la base. Y así como pedimos que la macro se derrame sobre la micro, esta base tiene que derramarse sobre el peso de las funciones fundamentales que hacen a un buen gobierno. Agradezco a todos ustedes por compartir el proyecto de hacer un país diferente. Dentro y fuera de Hacienda. Valoro que me llamen la atención, a veces con retos. Lo importante es tener el apoyo de la gente y un equipo extraordinario con personas de primerísimo nivel comprometidas con la institución, cuyo aporte es fundamental. Pero nunca nos olvidemos que todo esto es muy lindo, hablar de la macro o de los buenos números fiscales y monetarios.

Ahora, sin educación, descendemos a la división B”. En algún lugar, don Eligio Ayala debe estar pensando: “Valió la pena mi escuela. Tardó 73 años. Construir un segundo puente sobre el Paraná con Brasil lleva 24 años sin construirse. Paraguay pierde más por lo que no hace o no dejan hacer que por la corrupción, según me explicó mi amigo Pablito”. Duele decirlo, pero hay que decirlo.


Dejanos tu comentario