“Eso de quedarse fuera en la adolescencia, como atrapado en un clóset en Venus, cuando el Sol aparece por primera vez en cien años”.

Según cuenta la leyenda, el “fukú”, una especie de maldición ineludible, llegó a República Dominicana con Colón, cuyo nombre en sí no debe ser pronunciado porque invita al mismo “fukú”. El dictador Rafael Leónidas Trujillo parecía ser su aliado, por lo que cualquier detractor suyo era acechado por el “fukú” más violento. Esta maldición persigue desde generaciones a la familia Cabral, caída en desgracia durante el trujillismo, cuando el doctor Abelard trata de proteger a su hija adolescente, Belicia, de la lujuria del dictador. Y así llega al protagonista de esta novela: Óscar Wao.

Óscar es un adolescente obeso, nerd, enfermo de los jueguitos de computadora y los cómics, cuyo único refugio es la literatura fantástica. Vive con su madre y su hermana en un suburbio de Nueva Jersey, reducto de otras familias de inmigrantes latinos. Aspira, por supuesto, a convertirse en el Tolkien dominicano. Pero, por el momento, tiene una preocupación más urgente: no morir virgen. Y la tiene difícil: Óscar es la antítesis del varón dominicano. Si en un extremo del ideal del macho dominicano están los “papichulos”, nuestro protagonista estaría en el otro extremo. Es decir, es un “periguayo”. Un pobre periguayo obsesionado. Unas vacaciones familiares en Santo Domingo le darán todo lo que sueña, y un par de pesadillas.

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Junot Díaz tiene una prosa suprema, un estilo desestructurado y un manejo magistral del argot dominicano, lo que llevó a que se alce con el Premio Pulitzer en el año 2008, un claro reconocimiento al aporte inmigrante a las letras norteamericanas. El ritmo de la narración seduce en una cadencia bachatera, a ratos decadente, a ratos esperanzadora.

Su manejo del humor y el drama, a partes iguales e intercaladas, su tratamiento de los abusos del trujillismo, su recorrido por la experiencia inmigrante, por el racismo, dejan un necesario sabor agridulce. Y convierten a esta novela en una joya de la nueva literatura americana.

“Así es la vida. Toda la felicidad de la que te rodeas, te la barre como si nada. Si me preguntan, diría que no creo que las maldiciones existan. Pienso que solo existe la vida. Y eso basta”.

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