- Por Jaime Egüez
- Director del Club de Ejecutivos del Paraguay
Al igual que todo lo que se eleva desde el suelo, sean personas, árboles o edificios, aspirar a ser alto es una actitud loable y digna de apoyar, ¿pero entendemos que para lograr este objetivo debemos esforzarnos y sobre todo focalizarnos en construir los cimientos o las bases para que podamos crecer seguros? ¡Quiero que el Paraguay sea un país grande! Digno para todos sus ciudadanos, donde exista la mayor equidad posible, con una amplia posibilidad de crecer laboralmente y que podamos obtener del Estado soluciones concretas para nuestro bienestar físico y mental. ¿Quién no apoya este deseo? Ahora la pregunta es: ¿qué estamos haciendo hoy nosotros concretamente para construir los cimientos que permitirán que esto se pueda concretar?
Reflexionando en forma amplia hay condiciones concretas que tenemos que construir entre todos y empujar para que cada desvío de estas realidades sea corregido en el menor tiempo posible. Demorar en esta construcción es simplemente aceptar que seremos un país que no crece. El primer pilar se basa en el “respeto al individuo y a las instituciones”. El segundo se basa en la “honestidad y transparencia de las acciones” hacia el bien común.
El tercero se basa en la “solidaridad y trabajo en equipo” para sumar todos juntos al país por encima del mismo individuo. Y el último a mi criterio se basa en “la vocación de cada vez hacer mejor algo que estamos haciendo”, buscando ser siempre diligentes y efectivos en cada acción que emprendamos. Una vez que entre todos estemos trabajando en estos principios y los estemos incorporando en nuestro accionar diario encarar las acciones concretas para crecer sostenidamente serán acciones que tendrán una base que los sustenta.
Me cuesta entender cómo hacer las cosas en la forma inversa. Es imperioso mejorar lo que ya tenemos como maravilloso en nuestra cultura autóctona. El paraguayo es noble, alegre por naturaleza, solidario ante una adversidad, tiene desarrollada la viveza criolla para adecuarse a cualquier circunstancia y mientras peor sea mejor será su adaptación.
Aprende a una velocidad mucho mayor que otras poblaciones. Tenemos madera para aspirar a ser un gran árbol, pero también carecemos de las características que otras sociedades han desarrollado y les ha permitido a través de un cambio cultural dar un salto enorme en su crecimiento como país.
Lastimosamente hasta hoy no podemos conseguir que cuando salimos a la calle ante un tráfico caótico en las ciudades o en las rutas, la mayoría no bloquee las bocacalles, que no avancen en doble fila, que no estacionen en donde dice expresamente “no estacionar”. Es que nos falta el conocimiento de entender lo que el respeto significa. Estamos dispuestos a justificar una violación al derecho de un tercero cada vez que esto me beneficia a mi particularmente. No podemos construir espacios en conjunto por que nos falta honestidad, y justamente ayer escuché una frase bastante aleccionadora que dice “para poder sobrevivir es más importante estar juntos que estar de acuerdo en todo”.
Y la pregunta es: ¿estaríamos juntos ante alguien que no es honesto? Difícil será el escenario de ser un equipo compacto cuando desconfiamos de alguien del grupo. Ser solidarios… Y esto si tenemos por lo menos el ADN, solo falta que ampliemos el concepto ser solidarios siempre y no cada vez que estamos en un caso de urgencia.
Por último, muchísimos paraguayos ya hacen hoy las cosas “una sola vez”, ya hay muchos de nosotros que buscamos ser lo mejor posible, pero falta, falta instalar esto en cada actividad. Falta trabajar ese orgullo latoso falso por un orgullo silencioso de satisfacción por el trabajo bien hecho. Trabajemos en los cimientos, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestras parejas, con nuestros hijos, ampliemos el mensaje. Se puede y estamos llamados a ser una gran nación, pero antes de mirar para arriba ampliemos nuestras bases. Lo que no se ve es lo que al final cuenta en la victoria.