• Por Óscar Latorre
  • Abogado

Admito mi total confusión y desconcierto por el significado y las eventuales implicancias del pacto mundial sobre migración que fuera aprobado esta mañana en Marruecos. Conceptualmente, la palabra pacto se refiere a un acuerdo, alianza, trato o compromiso, cuyos involucrados aceptan respetar aquello que estipulan. El pacto establece un compromiso y fija la fidelidad hacia los términos acordados o hacia una declaración; por lo tanto, obliga al cumplimiento de ciertas pautas.

Me llama la atención que haya tanto esfuerzo para aprobar un pacto que dicen que no se firma y no es vinculante, pero que luego será ratificado en la asamblea de la ONU.

Las reglas migratorias que hoy nos rigen son las que permiten el movimiento de las personas de un país a otro y si es verdad que cada estado conservará su soberanía y capacidad para definir su política migratoria, ¿cómo se justifica la “aprobación” de ese pacto que establece compromisos que limitarán las competencias y capacidades de los estados en materia migratoria e implicará asumir compromisos que en una gran mayoría de casos exceden sus propias capacidades económicas y de infraestructura?

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Hay algo detrás de esto que huele muy mal. Europa tiene un gravísimo problema con los millones de inmigrantes que siguen ingresando a su territorio en forma ilegal. No se trata de personas con capacidad laboral y tienen costumbres que entran inevitablemente en conflicto con las locales. En Francia y en Alemania, los gobiernos están soportando las manifestaciones y quejas de sus ciudadanos por el conflicto que se viene suscitando con esos inmigrantes por razones religiosas, de usos y costumbres y también por el alto costo que exige mantener a esa población migrante laboralmente ociosa y a la que se debe poner a su disposición todos los servicios públicos en materia de educación, salud y otras asistencias que deben ser soportadas por el Estado; es decir, con los impuestos de los contribuyentes, y no estamos hablando de 100 personas, sino de millones.

Peor aún, no creo que los gobiernos de las grandes potencias europeas se inmolen políticamente ante sus propios ciudadanos para defender los derechos de esos refugiados, aunque sea innegable que la crisis económica y política que afecta a los países del Medio Oriente y de África es de única y exclusiva responsabilidad de quienes los colonizaron, explotaron y sometieron a sus habitantes a un régimen de miserable esclavitud.

En un escenario hipotético, ¿qué pasaría si las potencias europeas utilizan el pacto como mecanismo de solución de los problemas que hoy soportan y que no pueden resolver? En otras palabras, si las fronteras de los estados quedaran cercenadas o eliminadas como consecuencia del pacto, me surge la delirante preocupación de que Europa podría intentar descargar la cantidad de refugiados que hoy soporta transfiriéndolos a otros continentes. Después de todo, el costo de un avión A-380 será mucho más bajo que mantener a esas personas en sus territorios.

El problema europeo en materia migratoria es potencialmente mucho más grave que la Segunda Guerra Mundial y algo tendrán que hacer en su intento de sobrevivir. Aun cuando el pacto no pueda ser vinculante, tampoco hay que descartar que los buenos amigos de la ONU o de la Unión Europea comiencen a presionar a nuestros gobiernos para albergar a un buen número de esos refugiados bajo la amenaza de cortar todo tipo de asistencias y, fundamentalmente, de los financiamientos. Si el Estado paraguayo no tiene recursos para asistir a un gran número de sus ciudadanos en estado de pobreza, mal podría permitirse que sea obligado a afectar sus escuálidos recursos para asumir un problema que ha sido generado por potencias que han colonizado y explotado a todos los continentes. Y el financiamiento del que se habla no será precisamente donaciones de la ONU o de la Unión Europea, sino préstamos que el Estado paraguayo posteriormente deberá cancelar. Así concebido el pacto, es claramente impracticable.

Con el pretexto de dar ayuda humanitaria a esos migrantes, lo que en realidad la ONU está generando es la globalización de los efectos de la pobreza porque el pacto solo trasladará el problema que hoy existe en otros países que fueron expoliados y luego abandonados por completo por quienes los colonizaron. Si lo pensamos serenamente, advertiremos que Europa no tiene otra alternativa.

Honestamente, no recuerdo que se haya presentado una cuestión tan delicada y preocupante como la que aparentemente fue aprobada en Marruecos y de la que la absoluta mayoría de los paraguayos no tiene la más remota idea. No se trata de xenofobia ni de derechas o izquierdas, sino de proteger a nuestro querido y siempre sufrido Paraguay. Finalmente, es absolutamente falso que con el pacto se están precautelando los derechos de los paraguayos radicados en el exterior del país porque esas migraciones ya han sido consolidadas y legalizadas y nada tienen que ver con el problema que motiva este debate. Si la elaboración de este pacto se inició en el 2016, me gustaría que el Dr. Eladio Loizaga nos explique cuál fue la intención del anterior gobierno, el verdadero significado del pacto y hacia dónde estamos caminando.

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