“En el amor descubrimos quienes queremos ser; en la guerra descubrimos quienes somos”.

Los “novelones” históricos son una de mis grandes debilidades. Si encima son durante períodos que me interesan en particular, como la Segunda Guerra Mundial, pues el libro me tiene ganada. Algo así me pasó con “El ruiseñor”, de Kristin Hannah, la clase de libraco gordo que me hace extrañar a mi abuela Kolo. Cuentan las malas lenguas que, si veían ese tipo de ejemplar dando vueltas por la casa, era cantado que esa noche se cenaban sándwiches. Espero que el cielo sea, en efecto y como imaginaba Borges, “una especie de biblioteca”.

Las hermanas Roussignol viven la Ocupación Nazi de Francia de formas muy diferentes. En el pueblo de Carriveau, Vianne despide a su esposo que va al frente y se pasa la mayor parte de la guerra como prisionero. A esta angustia se suma el terror de que los alemanes le obligan a hospedar en su casa a un oficial, haciendo el terror palpable y cotidiano. Sintiendo que su vida y la de su hija están perpetuamente en peligro. El miedo y la escasez, el hambre, la llevan a tomar decisiones terribles.

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En París, su rebelde hermana adolescente, Isabelle, conoce a un Partisano, se enamora, se decepciona y se une a la Resistencia. Terminará siendo guía en el paso de montaña de los Pirineos de cientos de soldados aliados atrapados en territorio ocupado, convirtiéndose en una celebrada heroína.

El Ruiseñor es un conmovedor retrato de la Ocupación Nazi de Francia y lo que significó para las esposas, hijas y viudas que se quedaron atrás. Los hombres siempre asumen que la guerra se trata de ellos, así que esta es la historia no contada del frente interno. Las mujeres obligadas a alojar al enemigo, traicionar a sus vecinos, las que desearían poder pelear por sus países, y las que lo hacen en secreto.

“A los hombres les gusta contar historias… las mujeres nos limitamos a seguir con nuestras vidas. Para nosotras fue una guerra en la sombra. Cuando se terminó no tuvimos desfiles ni medallas, ni menciones en los libros de historia. Durante la guerra hicimos lo que debíamos y cuando terminó recogimos los pedazos y empezamos de nuevo”.

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