- Por Mariano Nin
Tengo un amigo que se llama Víctor Valdés, así con s. Lo recuerdo porque quiero contarles una historia. Víctor nació y creció en Pedro Juan Caballero. Sí, sé que lo primero que pensaron es que es un mafioso, vende drogas y anda armado. Pero no, es un buen tipo. Les cuento de él porque escribió un libro: Historias de mi ciudad: PEDRO JUAN CABALLERO. Son anécdotas que cuenta de su juventud, bueno, sigue siendo joven, pero Pedro Juan ya no es lo que era.
Ojeando el libro descubrí cosas muy lindas de su ciudad. En una de sus tantas anécdotas cuenta que en los sesenta y setenta, e incluso entrados los ochenta, la televisión no ocupaba un lugar preferencial en las familias paraguayas. El único canal abierto con que contó la frontera era la TV Tupi, luego vino la Globo, todo en portugués. Y el contrapeso de esta incursión cultural lo ejercían los cines que eran propiedad de la familia de don Pablo Reichardt, un ex combatiente de la Guerra del Chaco. Antes de cada función se podía ver el Noticiero Nacional que llegaba en el día vía Transporte Aéreo Militar, y como si fuera una miniserie pasaba “Los choferes del Chaco”.
Pero hoy, la terraza del país,convive entre dos realidades contrapuestas, tan contradictorias como las cosas que allí suceden. Y es que Pedro Juan es hoy una ciudad progresista. Se ve moderna, pujante. Creo que es la influencia que ejerce la frontera desde Brasil. Es lo bueno, lo lindo.
Pero también recibió del vecino gigante su lado más oscuro. Una invasión de capomafiosos que hicieron de la frontera su centro de operaciones. Sobornaron y compraron a autoridades paraguayas. Coparon con dinero sucio las instituciones. El miedo para dominar y así afianzaron su reinado para levantar un imperio que produce toneladas de cannabis.
Muchos aseguran que la marihuana del Amambay es la segunda mejor del mundo, después de la canadiense, pero los consumidores brasileños y chilenos la consideran la mejor del mundo. Pero tuvo su precio. Las drogas y las mafias convirtieron a Pedro Juan Caballero en un infierno. A balazos los mafiosos se reparten el territorio ante la ausencia del Estado y un reguero de dinero que hace casi imposible ponerle fin a esta cadena de muerte y terror.
Desde las historias de mi ciudad, de Víctor, los tiempos cambiaron… para mal. Esta semana atentaban contra un primo de Jarvis Chimenes Pavão. Apenas unos minutos después las redes olían nuevamente a pólvora y muerte y nuevamente a Pedro Juan Caballero.
En uno de los videos y entre el estupor del atentado, se escuchaba una voz: “dejá de filmar y llamá a una ambulancia”. Fiel reflejo de una ciudad atrapada en una espiral de violencia incontrolable.