• Por Guillermo Ramírez
  • Gerente de GEN

Hoy quiero utilizar este espacio para hablarles de la necesidad de un proceso no solo creativo, sino de creación para poder transformar la realidad presente y el futuro inmediato y, con suerte, también un futuro más lejano. Estoy acá para intentar convencerlos de que vivimos en el mejor momento posible y que nuestro hoy es considerablemente mejor que el ayer, pero aún no tan bueno como nuestro mañana.


El antropólogo Español Alberto Cardín afirmaba:
“Es verdaderamente lamentable y deprimente pensar que cuando muramos seguirá funcionando nuestra máquina de escribir y que nuestro televisor continuará inmutable emitiendo electrones. Cuando seamos polvo seguirán en pie catedrales y rascacielos, y firmes los miles de muebles que hayamos usado en vida. La permanencia del objeto sobre lo humano es una burla grotesca para su creador”.


A diferencia de Cardín, yo envidio profundamente a los arquitectos porque sus obras los sobrepasan, se convierten en firmas eternas de su existencia. Me fascina saber que Niemeyer, Lloyd Wright, Pindú y miles como ellos, viven más allá de la muerte en forma de ideas llevadas a cabo, en forma de elementos inspiradores y de uso cotidiano que hicieron de este mundo un lugar mejor.

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Dicen que en realidad morimos dos veces. La primera vez cuando el último aliento abandona nuestro cuerpo y la segunda vez cuando la última persona que nos conocía pronuncia nuestro nombre por última vez, después de eso, la nada. La inmortalidad viene con el hecho de dejar una obra, en marcar un camino, en entender que la cooperación es la llave para la supervivencia, pararnos sobre los hombros de nuestros gigantes.

Una de las cualidades de la juventud es la inconformidad y para poder transformar todo aquello que no nos gusta debemos dedicarnos a crear, para poder crear debemos poder soñar y para poder soñar debemos ser libres de todos los prejuicios que nos mantienen atados a los estereotipos, a las formas acartonadas, a las convenciones sociales que dictan quiénes deben ser y cómo deben comportarse.

Crear es un proceso hermoso porque nos permite dar cuerpo a nuestras ideas, nuestros sueños y voluntades. Soñar con la cabeza pegada a la ventanilla del bus mientras escuchamos música en los auriculares que nos desconectan de la realidad es fácil, convertir esos sueños en realidad es un desafío que les pido que abracen, que sepan que con esfuerzo y quizás un toque de inspiración se pueden lograr.


Nunca en nuestro país hubo tantas ideas en tantas cabezas brillantes como ahora, por eso mismo nunca fue tan importante para nosotros, los más grandes, decir a los más chicos que tienen todo por delante para lograr sus sueños. Nunca en nuestro país fue tan necesario que haya una generación de creadores, de inventores, de personas dedicadas a patear los tableros, a cambiar la forma en que se hacen las cosas.


En el proceso de armar su propio camino se van a encontrar con personas que querrán mantener todo así como está, los pilares del status quo. Pero así también en el proceso van a encontrar a personas como ustedes, personas con ideas, gente con ganas de hacer cosas, creadores. Van a encontrar voces de apoyo, van a encontrar consejos, palabras de aliento, un almuerzo para compartir visiones, unas cervezas para inspirarse mutuamente.

Quédense con esta gente, inviertan su tiempo (uno de sus recursos más importantes, por favor no lo olviden) en ellos. Quiero que se pregunten: ¿Qué estoy haciendo para transformar? ¿Qué cantidad de tiempo le estoy dedicando a crear? ¿Hacia dónde estoy llevando mis proyectos? Les pido que dediquen un par de horas a la semana a desconectarse de todo y a buscar un proyecto paralelo que los llene de satisfacción personal, no de dinero (que si viene con el proyecto genial, claro), pero que sea un proyecto pensado para cambiar algo, para dejar una marca, para inspirar a los demás.

El siglo XXI está en pañales, pero ya tiene una marcada característica, será la era del repensar, del redescubrimiento, la era en la que se romperán más paradigmas que nunca. Y nosotros estamos aquí, en él.

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