Como en una ceremonia sagrada diaria, Eliana se sienta a terminar su primera novela, basada en la vida y obra de su hermana Elena, desaparecida a raíz de un daño cerebral permanente, producto de un accidente de tránsito. Elena dejó un legado de investigación inmenso sobre la historia colonial del Paraguay y del Río de la Plata.

Partiendo de allí, Eliana cuenta doce historias de mujeres de su familia, que van desde la Colonia hasta el Siglo XXI. Y los personajes desfilan en un muestrario maravilloso de verdaderas “Kuña Paraguay”. Yolanda en la Guerra Grande, “siempre cavilando”. Eliana, la intelectual revolucionaria en los años setenta. Ester, la exiliada que sobrevivía a través del repulgue de sus empanadas. Adela y sus albóndigas que enamoraban. Concepción y su complicidad. Mariana, la madrina de guerra y evangélica conversa. Úrsula, la Residenta casada con el enemigo. Fernanda, la maestra y ama de casa renuente. Leonor e Isabel, las guardianas de la memoria de las mujeres de la familia.

Y allí, en el comienzo de todo: Ysabel de Guevara, quien vino al Paraguay en 1555, como polizonte en un barco. Ella, y un grupo de mujeres peninsulares, quienes, camufladas entre Ave Marías y Rosarios, enseñaron a las mujeres indígenas y a las mestizas luego, a leer y escribir, lo cual estaba terminantemente prohibido. Ysabel, la criada española de Juan de Salazar y Espinoza, o como la llamaban sus coetáneos “La mujer que escribe”.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

El riguroso trabajo de investigación histórica realizado por la autora, unido a su prosa limpia y sin florituras, hacen de esta novela una joya da la literatura paraguaya reciente, así como un documento de extremado valor sobre esa parte de nuestra historia que nunca queda en los manuales: el universo femenino.

“Mis ojos se van acostumbrando poco a poco a la obscuridad que ha dejado de ser un vacío negro para transformarse en un continente que alberga el encuentro de Eliana, Yolanda, Fernanda, Leonor, Isabel, Ester, Úrsula y Mariana. Ellas conversan, argumentan, discuten, se justifican. De tanto en tanto se observan, se evalúan mutuamente como si fueran a sopesar lo que escuchan con lo que ven. La felicidad, la supervivencia, el sustento, el hambre, la guerra, la enfermedad, el sufrimiento, el trabajo, la simiente, la esperanza son las cosas de las que hablan con propiedad y sabiduría”.

Dejanos tu comentario