• Por Felipe Goroso S. 
  • Twitter: @FelipeGoroso
  • Analista.

Se acaban de cumplir 6 meses desde que el equipo de Mario Abdo Benítez (acompañado por toda la estructura del Partido Colorado de quien ahora no solo reniega, sino que gobierna con sectores de la oposición) ganó las elecciones, un 22 de abril de este año. Son cuatro meses de transición y dos de la toma de posesión.

Son seis meses de ver cómo la maquinaria comunicacional del nuevo gobierno se puso en marcha, y ojo que cuando digo que está en marcha no implica que funcione bien. Funciona con casi nada de aciertos y con muchísimos errores. Uno de ellos, quizá el más evidente, decidieron realizar una extensión de su comunicación electoral; incluso manteniendo su idea fuerza: de la gente. Ellos mismos han decidido electoralizar su gestión a cada paso. Con todo lo que eso implica, ya llegará el momento en el que les hablaré más al respecto. Acuérdense de lo que les digo.

El gobierno de Abdo Benítez llegó al poder aliado a sectores sumamente poderosos: combustible, construcción, grupos de medios de comunicación, sólo por citar algunos. Erróneamente, el oficialismo descansa toda su comunicación gubernamental sobre el sector de los grupos de medios privados de comunicación que lo apoyaron en campaña y lo siguen acompañando luego de asumir, esto sucede ante la evidente imposibilidad de construcción de un relato auténticamente propio y se ve forzado a una tercerización en el sector privado casi absoluta de su comunicación. Desde la fundación y fortalecimiento de la Secretaría de Información y Comunicación (SICOM), no se veía algo similar. Esta alianza les viene bien a ambas partes, el gobierno consigue instalar su agenda de hechos políticos (mayormente negativos) y esa catarata de hechos negativos le viene de perillas a los medios que le “prestan” su apoyo. Sin embargo, esto terminará no siendo sustentable en el corto plazo para ninguna de las partes. Ni el gobierno puede vivir exclusivamente de una seguidilla de hechos negativos y sin mostrar gestión, ni los medios pueden ser oficialistas todo el tiempo. Ambas son verdades irrefutables.

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Una de las patas de tu comunicación gubernamental puede ser contar la situación en la cual encontraste el Estado cuando asumiste, cuanta más espectacularidad y dramatismo le des a este microrelato seguramente será mejor a los efectos de que en breve tiempo sea tu gobierno el que venga a salvar la situación con una solución bajo el brazo. Tan simple como que cada cuento tiene un villano y un héroe. Ahora bien, eso es absolutamente finito; no tiene proyección en el mediano plazo de una administración gubernamental. En algún momento se tiene que empezar a dejar de hablar y empezar a hacer. Vamos, que para eso se los vota, pero de ninguna manera puede ser la única pata de la mesa sobre la cual se asiente tu gobierno. El ciudadano promedio sabe las condiciones en las que se encuentra el país, sabe en lo que estamos bien y aquello que nos falta. Y reclama y precisa soluciones y gestión.

Repasemos: electoralizan su administración, descansan su comunicación gubernamental en los medios privados aliados, con ausencia de un relato propio y siendo vocero de noticias negativas con exclusividad. Estos cuatro ejes que nos permiten citar el espacio asignado a esta columna, nos dan una clara idea de que el gobierno está absolutamente concentrado en las formas y que está descuidando el fondo. Y señores, de eso no se trata la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.

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