Por Augusto Dos Santos

El Gobierno ha decidido desatar una persecución contra los medios del Grupo valiéndose de un modus operandi que en estos días se estuvo mencionando con mucha frecuencia en la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP): la acusación y linchamiento de periodistas por pertenecer a alguna idea o alguna propiedad.

Tanto el propio Presidente como sus allegados más carnales han utilizado generosamente el poder que tienen por los cargos que ocupan para descalificar toda publicación de estos medios, sin esgrimir argumento alguno que refute las acusaciones, sino sencillamente aduciendo que estos medios pertenecen a Cartes.

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Primero y principal es de público conocimiento que una persona de apellido Cartes forma parte de la estructura propietaria del medio, lo cual no es ninguna novedad.

Los medios en el Paraguay siempre tuvieron dueños. Todos los medios que nacieron durante la dictadura se instalaron en el regazo del estronismo, se distanciaran o no en la etapa final de la dictadura. Por lo menos tres diarios y alguna radio nacieron de empresas vinculadas a la industria tabacalera. Otros medios nacieron de otras actividades que nunca tuvieron que ver –justamente– con los ahorros de un periodista, salvo alguna excepción. Todos los medios, en conclusión, han tenido y tienen, a periodistas trabajando contenidos y a una propiedad.

Lo que el señor Presidente debe saber es que el hostigamiento en el que está instalando a su gobierno para descalificar toda publicación de nuestro grupo de medios con el argumento de su propiedad, no dista en absoluto de la actitud que se critica a Maduro y otros absolutistas.

Por cierto, la crítica del poder es tremendamente beneficiosa para nuestros medios. El medio más poderoso de este país, ABC Color, creció con el abono de la crítica del poder. Sin embargo, si bien nos alegramos con el hostigamiento del Gobierno como un factor de fortalecimiento, sería un despropósito no apuntar la incorrección presidencial al invalidar los cuestionamientos, sin argumento alguno, solo descalificando a los medios e incluso privándolos de sus nombres. Así empezaron, con esta simple licencia de poder, procesos que terminaron persiguiendo y cerrando medios.

Al margen de la ventaja que nos otorgan al colocarnos en la agenda del poder todos los días, sería interesante que el Gobierno se exprese descalificando los argumentos que planteamos.

Ninguno en los medios del Grupo Nación tiene la mínima intención de jugar a víctimas en este camino, asumimos el hostigamiento del Gobierno y sus amigos –al descalificar los contenidos sin atacar tales contenidos sino a la propiedad del medio– como parte de un proceso del eterno enfrentamiento entre el poder y la libertad de prensa. No vale rasgarse las vestiduras por esta actitud, pero tampoco es para dormir con las ventanas abiertas.

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