• Por Olga Dios

El policial negro llegó a Galicia, de la magistral mano de Dolores Redondo. A quien llegué “al revés”: leyendo su última novela primero, y quedándome con inmensas ganas de leer su célebre “Trilogía del Baztán”. Obviamente, sucumbí a la ansiedad y fui a comprarla apenas terminé esta novela.

No es casualidad que “Todo esto te daré” haya recibido el Premio Planeta: es una novela policial escrita maravillosamente; de esas que de tan lindas que son, te perdés en la prosa y casi te olvidás preguntarte quién es el asesino.

Manuel, escritor recluido, recibe la noticia del fallecimiento de Álvaro, su marido, en un accidente de auto cerca de Lugo, cuando debía haber estado trabajando en Barcelona. Esa es solo la primera de las sorpresas que le esperan sobre la vida de quien compartiera casi dos décadas: Álvaro Muñiz, publicista en una vida, en la otra era Álvaro Muñiz de Dávila, Marqués de Santo Tomé, heredero y administrador de una de las fortunas más antiguas de Galicia.

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El mundo de Manuel se ve patas para arriba: todo lo que creía era su vida y su relación se enfrentan con la realidad de quien era el amor de su vida. Una familia antigua y tradicional, llena de secretos. Demasiados. De ellos se encarga Nogueira, un oficial de policía recién retirado, que se rehúsa a creer la versión oficial de los hechos, y sospecha que hubo algo sucio en la muerte del Marqués, como siempre sucede cuando algún hecho sospechoso rodea a los poderosos Muñiz de Dávila. Junto con Manuel y Lucas, un sacerdote amigo de Álvaro de la infancia, conforman un inusual pero simpático trío detectivesco.

El resultado es una novela policial excelente, adornada con descripciones bellísimas del paisaje de la Ribeira Sacra, donde las viñas aún se cultivan como en tiempos de los romanos, de su historia y hasta de su folclore y leyendas. Es prácticamente imposible terminar de leer este libro sin morirse de ganas de probar un humeante caldo con una, o dos, copas de vino gallego.

“Manuel, te he dicho que te equivocabas al juzgar a Álvaro, que era de ellos y no de ti de quienes se avergonzaba. Álvaro, que había llegado a pensar mientras escuchaba a su padre que quizá se había obrado el milagro y por fin le aceptaba, volvió a sentir todo el peso de su rechazo, de su odio. Se puso en pie, miró a su padre a los ojos y le contestó. “Todo esto te daré si postrándome ante mí me adoras”.

“Es lo que el demonio le dijo a Jesús mientras ponía el mundo a sus pies…”-susurró Manuel.

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