“Recuerda siempre Pablo lo que te enseñé: La economía tiene corazón, la debés y podés querer, pero no se maneja con el corazón, no funciona con el corazón, nunca. Sólo se maneja y funciona con la mente, la billetera, el bolsillo y el estómago. La gente es egoísta, que no quiere decir es mala”. Con muchísimo cuidado anotaba en mi cuaderno lo que el maestro de economía alemana buscaba que se metiera en mi cabeza como idea fija o principio fundamental. Saqué un poco de polvo a mis apuntes esta semana. Hay verdades que no tienen tiempo. Y Marito no es el culpable ¡Por favor! Hagamos un poco de historia.

Un 31 de marzo de 1989 Argentina caía de lleno en una de sus peores crisis económicas con la hiperinflación llamando a las puertas de los hogares de la gente. El precio del dólar se escapaba volando por las nubes. Nerviosismo total. Incertidumbre casi mortal. Los mercados, muy inestables, golpeaban.

El presidente de la República Dr. Raúl Alfonsín – padre del retorno de la democracia en 1983, que enfrentó 12 huelgas obreras nacionales con el sello del peronismo gorila – aceptaba con resignación la renuncia de su prestigioso flamante muy venido a menos ministro de economía y creador del “Plan Austral” en 1986 Juan Vital Sourrouille.

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¿Y ahora quién me puede ayudar?, habrá pensado. Miró a su amigo, correligionario radical y hombre de confianza: el diputado Juan Carlos Pugliese(h). Inmediatamente lo nombró ministro de economía. Era político. Dirigió un mensaje a los empresarios pidiendo un voto de confianza (en verdad a todos los ciudadanos y consumidores), que se resumía en una suerte de pedido de socorro silencioso: “No compren dólares, por favor”. ¿El resultado? La más famosa frase económica argentina, propiedad de Pugliese: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. ¿La razón? Los argentinos no pararon de comprar dólares.

El corazón de Pugliese en 1989 y el corazón del maestro alemán en 1985. Pura coincidencia. Y el corazón volvió esta semana en Paraguay con el tema del ajuste de precios del gasoil (1° de octubre) y del pasaje (el jueves). Como si la economía estuviera siendo manejada por un corazón malo, habiendo un corazón bueno. ¿Y la aritmética? ¿2+2=4)

Marito no es el culpable de la suba del pasaje ni del precio del gasoil. ¡Por favor! Marito no es el culpable, como no lo fue Horacio en enero y junio pasados. Tenemos que respetar nuestra ignorancia. El paraguayo no lo hace. Tampoco juega limpio. Juega sucio, aunque golpee a su país.

En enero pasado los medios de comunicación anticartistas, hoy oficialistas, gritaron que el país se incendiaba, por la suba de precios que hizo Horacio, el primero desde agosto del 2013. No nos quemamos. Pero se dañó la expectativa positiva de la gente, “que es no pocas veces el 50% del buen movimiento de la economía presente y futura” (el maestro alemán).

Hoy no se habla de incendio. La prensa oficialista dice: “Está bien, hay que ser realistas, todo normal”. Y tienen razón. Es cuestión de ver la película “Suba de precios”. Desde junio del 2017 cambió nuestra cancha, con factores y causas que movieron los precios que desde enero finalmente tocan el bolsillo de Juan Pueblo. Subieron: petróleo 66%, dólar 5%, salario 7,5% e inflación 4,7%.

Es decir, subió el costo de lo que hay que vender a la gente. En consecuencia, desde el jueves nuevamente hay que pagar entre 100 y 200 guaraníes más por pasaje, dado que el gasoil cuesta 300 guaraníes más caro desde el primer día de octubre. El pasaje pudo subir más (G.2.500 y G. 4.100, precio convencional y diferencial) pero se mantiene – y estoy de acuerdo – el subsidio del Estado por 8,5 millones de dólares.

En lo que va del año el pasaje subió entre 12% (diferencial) y 20% (convencional). Y el gasoil es 25% más caro. ¿Duele? ¡Claro que duele! Pero no es para morirnos. El país no está ardiendo. Tendremos que ajustarnos un poco. Si el actual gobierno de Marito no hubiera recibido la mejor herencia económica desde 1989, con una casa bien ordenada, otro sería el escenario y habría gran escasez de amortiguadores para suavizar los golpes del 2018. Que hoy reciben todos los países latinoamericanos, empezando por la joya de la economía chilena. Lo que nosotros subimos en un año, los argentinos sufren en un mes. O más. Mínimo.

Repito y termino: Hoy Marito no es el culpable. Y no lo es porque tenga corazón o tenga uno bueno. Nunca tampoco lo fue Horacio en enero y junio pasados. Aunque ayer la prensa amiga y socia de Marito quiso incendiar el país. El patriotismo de la billetera. En la mente y en el corazón de gran parte de nuestros líderes ciudadanos. Duele decirlo pero hay que decirlo.

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