• Por Augusto dos Santos
  • Analista

El apunamiento, soroche o mal de las alturas es el síndrome que soportan las personas que recalan en regiones altas del mundo y por problemas de adaptación terminan teniendo problemas de oxigenación con sus desagradables síntomas, muchos de los cuales terminan con una bombona de oxígeno, un mítico té de coca.

Los equipos de fútbol - que por el desgaste físico soportan con mayor intensidad este problema - le encontraron la vuelta en los últimos años con una solución lógica pero inconfesable: el uso del viagra para lograr el recurso estabilizador ya que facilita la vasodilatación pulmonar. De todas formas, en sus ambos usos, la medicina sirve para que las personas puedan jugar dignamente y respirar tranquilos después.

Volviendo a la política

Es muy temprano para juzgar el futuro del gobierno del Presidente Abdo Benítez. Pero también es cierto que el potencial funcionamiento de un gobierno está muy marcado por sus síntomas de arranque a consecuencia de la inercia de los liderazgos.

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Lo que por ahora queda claro es que una parte del gabinete esta soportando el mal de altura, o soroche o apunamiento y - por cierto - es poco decoroso recomendar para ellos una dosis de sildenafilo, quizás más bien habría que plantearse el por qué ciertos funcionarios sufren mal de altura y por qué otros no, para encontrar una medicina.

Primero definamos

En qué consiste y como se manifiesta este mal. Consiste en la toma de decisiones apresuradas a consecuencia de un manejo distorsionado de la reacción qué tal decisión tendrá en la opinión pública

Normalmente los damnificados por el mal de altura (también pasó con algunos al arrancar el gobierno del Presidente Lugo en el 2008) son personas que vienen de un fuerte protagonismo opositor, generalmente con mimos y aplausos desde la prensa, pero que no saben procesar y asimilar que una vez instalados en el gobierno las lógicas cambian radicalmente, e incluso periodistas que eran incondicionales en el aplauso los criticarán - un buen día - por casi lo mismo que antes lo aplaudían.

¿Y esto por qué?

Para entender mejor tomemos como ejemplo el problema de “apunamiento “sucedido en el Ministerio de Educación. En esta repartición produjeron tres bloopers en menos de un mes. Pero ojo, es imposible entender este síndrome si no se tiene en cuenta que las mismas denuncias formuladas por las mismas personas, antes de ser “autorida”, eran recibidas con enorme impacto en la opinión pública.

Entonces nos haremos por aquí la pregunta que seguramente se habrán hecho este mes en el Ministerio de Educación - incluso mirando al cielo: -“Dios mío, qué cambio? Antes decíamos dos cosas y nos aplaudían!”

El dichoso cambio de chip

Hay que entender que la gente perdona todo a sus luchadores, pero nada a sus autoridades. Esta es la primera decepción que generalmente se llevan los oposites cuando llegan al poder. Y es la razón por la que los políticos experimentados prefieren el bajo perfil en el arranque de sus funciones.

Durante las etapas de oposición muchos son héroes sencillamente siendo el compadrito de la cuadra y escupiendo a las autoridades. Esa es una etapa en la que muchas veces no se necesita cerebro sino solo cojones.

Sin embargo, cuando se asume una función estatal, la cosa cambia radicalmente y la gente ya no quiere un opositor que salga todos los días a la prensa a generar un episodio dramático sino quiere autoridades que le solucionen sus problemas. Y no solo quiere eso sino se impacienta por ello y reclamará sin dudarlo

En la práctica una sintomatología habitual de este síndrome es la ausencia de reconocimiento del cambio ubicacional y de roles que se ejercen. Para operar como contrapoder no se necesita saber ejecutar, sencillamente se necesita calidad para criticar.

Por lo tanto, el mal de altura que soportan algunas autoridades del nuevo gobierno tiene una razón muy sencilla: no produjeron el necesario cambio de chip. Ya son la Autoridad y siguen actuando como la oposición.

Mayor exposición, mayor demanda

Otro aspecto que muchas veces no se tiene en cuenta a consecuencia del “apunamiento” es la ecuación entre exposición y demanda. Cuanto más se expone una autoridad más demandas tendrá de buena gestión y más críticas a sus errores. Esto se lee en cualquier manual y es la grave dolencia de los famosos que terminan siendo autoridades. (Si no me creen pregunten a Mario Ferreiro).

En contrapartida

Gestores del gobierno que han logrado resultados (como Giuzio en Senad) se mantienen con un perfil sobrio, probablemente porque saben cómo funcionan las cosas.

Pero no se trata solamente de la opinión pública sino también de los medios de comunicación.

Para los medios - no importa cuál sea su tendencia - no es un buen negocio quedar pegados a un gobierno. Es un mal negocio en realidad. Por lo cual una autoridad que antes era opositora nunca tendrá la misma calidez por parte de sus periodistas de cabecera de antes.

Jodido mal, el apunamiento de las autoridades recién llegadas al poder. Hay miles de historias para contar.

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