- Por Jaime Egüez
- Director del Club de Ejecutivos
Luego de la charla que dio el señor Jeffrey Sachs en el BCP, me percaté de que una frase recurrente fue “ponerse de acuerdo”. Y lo hizo en referencia a que para conseguir un proceso sostenible destinado a construir un mejor país no queda otro camino que el de ponerse de acuerdo entre los actores de poder. Aquí hizo mención a lo que ocurre cuando se hace esto y qué ocurre cuando no se hace esto.
En esta parte quiero puntualizar que no se trata de copiar modelos, ya que los paraguayos tenemos valores y creencias diferentes a los suecos o los chinos. Pero es perentorio que entendamos que “si no nos ponemos de acuerdo en lo básico no haremos ningún cambio”. Gobierno a gobierno los interlocutores políticos han ido cambiando en el que ostenta el poder en la coyuntura presente para generar estos cambios, pero lo que ha quedado casi permanente son los grupos empresariales y los grupos sociales o ciudadanos, considerando que este último grupo ha ido aumentando en cantidad y en diversidad.
Estamos ya hablando sobre unos cuatro gobiernos, o sea 20 años, en que discutimos sobre educación, salud, políticas de trabajo para el éxodo del campo hacia las ciudades; sobre viviendas dignas, infraestructura, sobre cómo conseguir que no tengamos pobreza extrema. La pregunta que me hago es, ¿por qué nos cuesta tanto ponernos de acuerdo en un plan y gobierno a gobierno apuntalar esto entre todos, midiendo su evolución, evaluando los aciertos y corrigiendo los desvíos? Y si no perciben esto solo miren cómo gobierno a gobierno se pierde por lo menos un año o quizás dos desarticulando equipos de trabajos que estaban trabajando, colocando nuevos operadores que responden al poder político de turno, eliminando años de construcción de procesos que funcionan y aun los recursos necesarios para sustentar un plan a largo plazo.
Nos cuesta ponernos de acuerdo porque en Paraguay nos gusta hacer todo de vuelta cada cinco años. Nos cuesta ponernos de acuerdo porque cada nuevo grupo quiere hacer uso y abuso del poder temporal que tiene, y, sobre todo, nos cuesta porque en esencia no podemos superar los espacios individuales de egoísmo y de necesidad de protagonismo individual.
Además, el otro factor por el cual nos cuesta tanto ponernos de acuerdo es porque hay un enorme pantano que nos impide avanzar que se llama corrupción, que está inserta en todo espacio de construcción de políticas públicas. Los procesos de corrupción están en todos los lugares donde una decisión o un cambio depende de la voluntad personal de un individuo, y, sobre todo, de un individuo “que tiene solo una ventana temporal de poder”, y pese a esta tremenda limitación decide realizar acciones que lo benefician a sí mismo en perjuicio de otras personas o del país.
Por esta razón, ponernos de acuerdo es tan difícil, pues debemos superar primero los intereses personales, luego superar los intereses de protagonismos individuales para poder remplazarlos por intereses grupales o nacionales. Y, finalmente, la razón principal por la cual nos es tan difícil trabajar sembrando para el futuro es que la mayor parte de los individuos en Paraguay vive para el hoy, vive para su éxito y su beneficio a corto plazo.
Bajo esta premisa tanto empresarios como políticos, incluso como ciudadanos comunes, nos cuesta decidir por la Ley, por los valores, por lo correcto en todas las acciones que realizamos. Primero debemos cambiar nosotros como individuos, ponernos de acuerdo con nuestras conciencias en determinar que lo que estamos haciendo como sociedad es simplemente suicida y tomar un curso de acción diferente en cada acto que hacemos. Luego, nosotros como ciudadanos debemos insistir en los mecanismos de control, en exigir transparencia en las decisiones, en evaluar resultados a cada responsable de la gestión pública. Y finalmente insistir en construir un plan nacional entre Gobierno, empresarios y sociedad civil acordado sobre las políticas en educación, salud, viviendas y trabajo como pilares en la transformación de nuestro país. Además, en disminuir y controlar la corrupción y la falta de valores morales.