POR Eduardo “Pipó” Dios

Suele ser lo habitual, que los gobiernos nuevos, los que recién asumen, en un porcentaje variable nombren a políticos o allegados a fin de pagar favores o recompensar lealtades.

Este porcentaje suele ir disminuyendo con los años, ya que, aunque de manera lenta o quizás no con la velocidad deseable, la opinión pública va siendo cada vez más consciente y más crítica cuando de “repartirse el estado” se trata.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La idoneidad es, o debe ser, la cualidad sine qua non a la hora de nombrar funcionarios, independientemente de la importancia que tenga el cargo. Dicha importancia tiene que ver, generalmente, con el presupuesto que maneja. Pero también hay cargos que manejan presupuestos menores que tienen importancia estratégica.

No es lo mismo el Ministerio de Obras Públicas, por presupuesto o tamaño de la institución, que la Secretaría de la Juventud. Pero, si bien en gobiernos anteriores este último ministerio ha sido simplemente un florero en el que se mandaba a zoquetear a algún político con el pago de favores, el trabajo que ha realizado este gobierno saliente desde allí y sobre todo el brillante desempeño de la actual ministra, Magalí Cáceres, le han dado un valor estratégico importantísimo.

Las becas solamente han dejado sembrada una cosecha de futuros profesionales que no se pueden estimar así nomás en valor monetario. Históricamente nunca se ha dado la importancia y el respaldo para la formación de profesionales de alta calidad como la de los últimos años.

Aparentemente el gobierno entrante está más preocupado en sostener la estructura política que le permitió llegar, con lo justo, al poder. Una suma de caciques, todos ellos, molestos con el presidente actual por, justamente, no repartir con displicencia y criterio “político” los cargos entre los correligionarios. Es difícil para la clase política paraguaya, al menos gran parte de ella, hacer política sin prebendas. Se ha acostumbrado al electorado masivo a seguir a los dirigentes de base, la mayoría de ellos financiados con cargos públicos, dinero estatal, lo de siempre. No vamos a ser tan inocentes o ciegos y decir que este gobierno eliminó ese problema, pero intentó disminuirlo, con mayor o menor éxito.

Quizás si Cartes hubiera “arreglado” con los muchachos, con los caciques que hoy rodean a Mario Abdo, estaría sentado en el Senado esperando el 15 para entronizar a su delfín. Ese desaire a los “dirigentes” lo está pagando hoy.

Pero volviendo al futuro gabinete, si bien hay nombres que son bien vistos, como los de Hacienda, Salud, Ande y otros, preocupa la forma en que se han repartido por ejemplo, Obras, Agricultura y, la ya citada, Secretaría de la Juventud. Llama la atención que se ponga a políticos profesionales y de gran ambición al frente de las binacionales, cuando deberían seguir siendo cargos para los técnicos. Preocupa, como dijimos más arriba, que se les pague a los leales con cargos para que difícilmente estén preparados. En todo caso, la honestidad es una virtud, no una capacidad. Si fuera por honesto, pondríamos al padre Trento en Hacienda, pero no, ¿verdad?

Si esta forma de gobernar, tan del siglo pasado, forma parte de la estrategia política del futuro presidente, preocupa. Si simplemente son medidas para calmar a las fieras y tratar de mantenerse a flote, preocupa más porque, a falta de un mes para asumir el cargo, lo pintan como un gobierno débil.

Ojalá no sea ni lo uno ni lo otro, y simplemente se trate de pasos en falso que serán corregidos rápidamente… sino, que el último apague la luz.

Dejanos tu comentario