- Por Milia Gayoso Manzur
- milia.gayoso@gruponacion.com
Imagine esta situación. Es feriado o domingo, ya entrada la noche, y al día siguiente usted debe salir temprano para ir a trabajar, y sus hijos para acudir a sus estudios. Pero su vecino continúa con su música a todo volumen. Tiene dos opciones: cerrar puertas y ventanas y morderse la lengua para evitarse problemas o ir a pedir –amablemente o con los nervios de punta– que baje el volumen de la banda sonora de su diversión y/o borrachera.
Imagine que va y reclama, como le corresponde, y termina en el hospital porque su vecino, quiere continuar la farra. ¿A quien recurrir?, ¿Quién te devuelve la tranquilidad perdida? ¿Quién paga por los gastos del hospital y la jornada laboral incumplida?
Sirva este preámbulo para presentarles la terrible situación vivida por la historiadora y docente Noelia Quintana Villasboa, quien al momento de escribir este artículo, se encontraba internada en estado delicado en un sanatorio de la capital, víctima de una pareja de inadaptados que la atacaron por el solo hecho de reclamar el alto volumen de la música que estaban escuchando.
Utilizando su cuenta de Facebook, ayer, su madre Margarita Villasboa comunicó la agresión de la que fue objeto su hija: "Quiero avisar que
Noelia Quintana Villasboa se encuentra en estado delicado. Fue agredida esta madrugada por dos vecinos en estado etílico. Estoy entrando en su cuenta desde mi celular con su permiso previo. Estas personas le rompieron su teléfono, lentes de vista y la cabeza y posee severos golpes por la cara.
Como su madre manifiesto mi repudio ante este acto de barbaridad hacia una persona que con la educación que la caracteriza solo pidió que bajen el volumen de la música para poder descansar".
La madre de Noelia, con permiso de la víctima, mostró ayer en la red social, algunas fotos que evidencian la golpiza de la que fue objeto. Los agresores, hombre y mujer, estaban al parecer bajo los efectos del alcohol, luego del "festejo" del Día de la Madre.
No es la primera vez que ocurren hechos de esta naturaleza, donde la persona que se acerca a solicitar un derecho, termina siendo víctima de la locura de los infractores. Vivimos en una sociedad en retroceso, donde la violencia parte de un círculo donde imperan el alcohol y la drogas.
El atropello del que fue objeto Noelia Quintana es una muestra de lo que ocurre en el país, donde actualmente impera la ley del mbarete argelado, que no admite que se le reclame nada porque se cree dueño de la verdad y de todos los derechos, aún por encima del de los demás.
Situaciones similares se ven a diario en el tráfico, donde si reclamás una infracción, te gritan las peores groserías, te rozan intencionalmente el auto e incluso pueden apuntarte con un arma. Ocurre en el barrio, donde hay que aguantar la música a volúmenes imposibles de soportar, en horas de descanso; o donde hay que caminar por el medio de la calle porque las veredas están ocupadas por los vehículos, las chatarras del mecánico de la cuadra o las basuras mal dispuestas. ¡Y atajate Catalina!, si uno intenta hacer valer sus derechos, se expone al "enojo" de la vecindad o a represalias de toda índole.
En ocasiones, cuando se hace la denuncia y los agresores van presos, es la familia la que se encarga de "vengar" a sus "inocentes" parientes, agrediendo nuevamente. Ojalá que este no sea el caso de Noelia y de nadie más.