• Por Bernt Entschev
  • Fundador de The Bernt

Cuando buscamos una definición de la diferencia entre trabajo y empleo, enseguida Google nos muestra varias posibilidades, entre ellas está la siguiente "empleo es visto solamente como una fuente de renta, por otro lado, trabajo engloba otras cuestiones como realización profesional y estilo de vida".

Simple y respondido. Pero es natural que las palabras aún causen confusión en nuestras mentes. Para que no quede duda voy a dar dos ejemplos: hipotéticamente hablando, cuando una persona busca la carrera pública, ella no se centra necesariamente o únicamente en el trabajo que desempeñará. Por lo general, este profesional valora ante todo la remuneración, las posibilidades de crecimiento y si la actividad será o no ardua.

Si transportamos este mismo ejemplo al mercado privado, los perfiles de esas personas son de profesionales que desean mucho estar en una compañía debido a la fuerza de su marca, salarios, bonificaciones, estatus, etc., no importa mucho lo que efectivamente desempeñarán.

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Cuando se opta por tener un empleo puro y sencillamente existen riesgos diversos. Para el colaborador, llegará un tiempo en que la actividad que desempeña se volverá fatalmente un fastidio. Insatisfacción puede generar desánimo, estrés y a la vez comprometer la calidad de los servicios que la función exige.

Para quien opta y, puede en los días de hoy, tratar de realizar el "trabajo" en su día a día, la vida profesional continua más ligera y los logros van aconteciendo naturalmente. Pues el placer de desempeñar esa función viene en primer plano y consecuentemente los resultados aparecen de diversas formas, tanto para el profesional como para la empresa.

Observo que en el mercado empresarial 4.0 la mayor búsqueda, es por personas que desean trabajar. El candidato que se pone a disposición deseando solamente un puesto de empleo tiene espacio cada vez más limitado. Por lo general, los reclutadores logran observar esa tendencia cuando la persona es llamada para una entrevista. Si se identifica la intención, probablemente entra en la línea de corte, del desempate.

Pero, sutilmente es posible dejar clara su intención en el envío de su currículo. Hace un tiempo atrás me llamaron para encontrar un ejecutivo para una gran marca de cosméticos. El cliente fue enfático en su pedido: "Bernt, en esta ocasión necesito un profesional de sexo masculino. Quiero equilibrar el equipo que está demasiado femenino".

Entre los varios currículos que recibí, el que se encajaba exactamente en el perfil, era exactamente el de una mujer, altamente cualificada. Ella atrajo mi atención porque al final de la presentación de su currículo escribió:

"Trabajo por placer, por lo tanto, produzco más;

Como produzco más, también a veces me equivoco;

Cuando identifico los errores, trato de corregirme y produzco más con el aprendizaje;

Como produzco más, también quiero ganar más".

Llevé ese currículo al cliente. Él no quiso analizarlo. Sin embargo, lo dejé sobre su mesa y le pedí que dedicase algunos minutos de su tiempo. Resultado: la profesional permaneció en la empresa por 12 años. ¡Queda el consejo!

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