Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro

El actual gobierno ha hecho esfuerzos por ir revirtiendo en forma gradual el déficit que se observa a nivel país en materia de infraestructura y que los venimos arrastrando desde hace varios años, lo cual en 1 lustro materialmente resulta difícil poder darle una solución de fondo basado en el cúmulo de necesidades que seguimos teniendo dentro de este importante componente de nuestra macroeconomía.

La limitada disponibilidad de recursos económicos generados por el fisco a través del cobro de impuestos y otros tributos a la ciudadanía, hizo que se tuviera que recurrir a préstamos de organismos multilaterales (BID, Banco Mundial, CAF, entre otros, además de las emisiones de bonos soberanos en el mercado externo, como también en menor magnitud a nivel doméstico) para su cobertura y que en mayor o menor medida deberían continuar selectivamente si es que pretendemos seguir creciendo cualitativa y cuantitativamente.

Independientemente a todos los problemas y discusiones que acarrea la aprobación del PGN en el Parlamento cada año derivado de cuestiones políticas antes que técnicas, hacen que sigamos tropezando con las mismas dificultades de siempre, pues bien sabemos que las necesidades son y seguirán siendo ilimitadas, pero los recursos disponibles son finitos o limitados y hay que saber administrarlos profesionalmente.
Toda esta problemática hace que año a año el nivel de gastos rígidos englobados dentro del rubro de Gastos Corrientes en el PGN sigan acaparando no menos del 75%, quedando por obvias razones disponibilidades de recursos muy limitadas para hacer frente a otros propósitos primarios como los son educación y salud pública, lo cual debe merecer de parte del próximo gobierno una reingeniería global a esta superpoblación de funcionarios y que no tiene razón de ser para un país pequeño como el nuestro con menos de 7 millones de habitantes.
Somos conscientes de que nuestro país precisa seguir invirtiendo cada vez con mayor fuerza en obras de infraestructura, pues las veces que vemos y leemos trabajos técnicos realizados por organismos internacionales ubican a nuestro país en posiciones bastante rezagadas con relación a otros países de la región lo cual nos resta mayor competitividad.
Al igual que todo lo que atañe a lo mencionado precedentemente, hablar de una reversión positiva de los niveles de calidad educativa actual no resulta fácil pues también son casi enteramente de carácter estructural pero que en algún momento habrá que tomar “al toro por las astas” y buscar la forma de darle una solución de fondo y forma pues con los niveles actuales de inversión realizados vs el PIB y dentro de un mundo cada vez más globalizado, exigente y competitivo difícilmente podremos darle la verdadera solución que esperamos en lo que a calidad educativa concierne.
Resulta penoso cuando muchas veces salimos al exterior a hacer cursos de postgrado y dada nuestra limitada formación académica en algunas disciplinas, nos vemos en la necesidad de hacer previamente cursos de pregrado de nivelación, pues universitarios de otros países de la región nos siguen superando “por varios cuerpos”. Y en algún momento el proceso de enseñanza-aprendizaje a nivel país debería ser del nivel de calidad comprobada que todos deseamos.
Es loable el esfuerzo del gobierno de haber enviado a mucha gente a especializarse en universidades de primer mundo en diversas disciplinas, y entre ellos a muchos docentes lo cual se vuelve a dar luego de 170 años. Es de esperar que se den los resultados positivos esperados, en el menor tiempo posible.
No estamos dando el valor añadido que todos esperamos a las obras de infraestructura que se vienen realizando, por falta de una mejor calidad educativa que hace que muchos de nosotros no los podamos aprovechar en su justa dimensión pues ambos conceptos están íntimamente interrelacionados.
Si como país de economía emergente que somos seguimos esperando a que nuestra calidad educativa alcance el nivel de punto óptimo y luego dar énfasis a obras de infraestructura, desde el punto de vista de desarrollo económico y social podríamos estar aún más desfasados, pues es bien sabido que si no contamos con la infraestructura vial que precisamos, definitivamente en pleno siglo XXI no seremos lo necesariamente competitivo a nivel regional y mucho menos con países de extrarregión.

Dejanos tu comentario