• Por JORGE A. NICOSIA
  • Director de ProLogo SC

En dos semanas, más de cuatro millones de ciu­dadanos y ciudadanas del Paraguay podrán ejercer su derecho a elegir nuevo Pre­sidente y Vice, senadores, diputados, gobernadores, juntas departamentales y miembros del Parlasur.

Cualquier análisis sobre los posibles resultados del próximo comicio no puede eludir una evaluación del contexto sociopolítico en que se desarrollará la elección.

Las obras públicas en infraestructura y trans­porte, la construcción de viviendas sociales para sectores de menores recur­sos y la mejora en la trans­parencia para acceder a la función pública se marcan como algunos de los acier­tos más destacados de la gestión del actual gobierno.

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Por otra parte, la población percibe una notoria nece­sidad de mejora en cues­tiones estructurales tales como la Educación y Salud Pública, donde solo cierta mezquindad política podría exigir la resolución de esos temas en menos de 30 años de aplicación sistemática de recursos y de políticas al respecto.

Nuestros estudios de opi­nión pública también nos muestran la relativa cri­sis de representación de la clase política, con su con­siguiente falta de credibi­lidad, la necesidad de reno­var los relatos discursivos y la obligación ineludible de sostener las promesas pree­lectorales en la gestión pos­terior.

Superada la etapa de la internas partidarias llega el momento de la verdad, y tanto los números de Pro­Logo SC como de otras con­sultoras colegas muestran un escenario electoral fuer­temente polarizado aunque desbalanceado.

Entre las dos principales fuerzas, ANR-Partido Colo­rado y la alianza Ganar se consolida el 72% de la inten­ción de voto a presidente.

El desbalanceo mencionado se verifica en la distancia que la chapa Mario Abdo/Hugo Velázquez le lleva a la conformada por Efraín Alegre/Leo Rubin. Un breve análisis de las opciones que tiene la ciudadanía nos lleva a postular que se trata de una puja entre la historia y la incerteza.

La fórmula de la ANR, liderada por un candidato joven, con buena imagen personal, sin experiencia de gestión estatal, pero con pura sangre colorada que no reniega de su pasado, repre­senta la historia. Su princi­pal adversario, curtido en la política opositora, diri­gente de un partido dividido por el internismo y obligado a una alianza para intentar una chance de victoria, no deja de transmitir un grado de incerteza.

A la fecha no hay programas claros de gobierno, solo se conocen, de ambas partes, algunas propuestas gene­rales de gestión. Proba­blemente, Marito intente independizar su figura del cartismo pero utilizando a su favor los logros del actual presidente que no fueron suficientemente comuni­cados, y Efraín intentará reposicionar su propuesta para alejar de la memo­ria colectiva experiencias aliancistas pasadas.

Como cierre, y en base a los números de intención de voto declarativo que mane­jamos, salvo imponderables políticos o extra políticos las tendencias se muestran como irreversibles.

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