Probablemente en el tercer sector, fuera de los partidos tradicionales, se vivirán luego de las elecciones del 22 de abril celebraciones y resacas, pero nada de lo que ocurra será una casualidad, sino la sumatoria exacta de los aciertos y los errores que estos sectores cometieron en el curso de los últimos cinco años.

  • POR AUGUSTO DOS SANTOS
  • Columnista

Cuentan que Juan Domingo Perón, esa figura emblemática de la política Argentina, fue requerido por el titular de la Unión Obrera Metalúrgica, Graiver, para que mediara en un conflicto entre dos dirigentes asociados, irreconciliables. Ante el mismo Graiver como testigo, Perón fue recibiendo a cada uno de los confrontados y despidiéndoles luego con un abrazo y expresándole lo mismo, "Ud., tiene toda la razón y cuente con todo mi apoyo". Al concluir la reunión, Graiver le hizo notar a Perón que le había dicho exactamente lo mismo a los dos.

General –reclamó el dirigente– el darles a cada uno la razón no es acaso una contradicción? Perón le miró fijamente y casi paternal le respondió: ¿Sabe Graiver, usted también tiene toda la razón". Pragmatismo, que le llaman.

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Fuera de todo análisis ético, una de las razones de la fortaleza de política y partidos tradicionales, principalmente hoy el Partido Colorado, es tal pragmatismo a la hora de definir un enemigo común. El enemigo común es el motivo y la razón que soporta cualquier edificio electoral, aun cuando la mezcla de su argamasa estuviera compuesta de amigos y enemigos internos aparentemente irreconciliables. Probablemente esa capacidad es la que hoy pinta de rojo la gran porción de todas las encuestas más razonables que se publican y podría determinar la victoria de Mario Abdo Benitez si el proceso sigue su inercia actual.

LAS REDES NO CAMINAN

También es probable que el Frente Guasu ocupe el tercer lugar, como parte de un amplio tercer espacio en el que se vieron diferentes performances durante todo este tiempo previo, las cuales, logran dibujar claramente las razones por las que se encuentran en una u otra chance de cara al 22 de abril.

El Frente Guasu supo elegir sus guerras con mayor meticulosidad aprovechando un factor que los separa del resto de los demás miembros de esta comunidad "tercer-sectorista": una clara definición del universo meta de su mensaje político. Durante un quinquenio este sector tuvo claro que su aterrizaje era en lo que mediáticamente se denominan "los sectores populares" y hacia allí apuntaron su cotidiana gestión de campo, mientras otros sectores de la oposición no tradicional ponían todas sus fichas solamente en el deporte de "putear" a Cartes y ser estrellas del universo tuit.

Alguien vendió el humo denso y peligroso sobre que las redes sociales reemplazaban a la militancia de puerta en puerta (sumado a ello el efecto narcótico que tuvo para connotados opositores el hecho que por cada "tuiteo" tenía el aplauso de doscientos navegantes y el retuiteó de 6 o 7 periodistas) y tales políticos se lo tragaron. Hoy en día no entienden por qué en el tren de las encuestas ocupan el lugar destinado a las mulas y a la leña, lejos de la primera clase de los mejor posicionados.

La visibilidad es un factor fundamental en estos tiempos que corren, pero la visibilidad no es un factor de convencimiento y muchos menos de conversión, sino sencillamente de popularidad. Con la visibilidad se puede ser un político muy popular, pero eso no garantiza que los electores depositarán su voto por estas personas si al mismo tiempo no ejercieron esa otra liturgia imprescindible: la razón militante. Ese circuito entre el elector y el político que genera una corriente de electricidad y provoca la decisión por una u otra oferta.

Un claro ejemplo de la ausencia de estrategias para sostener una estructura política a cuenta de reemplazarla por un dispositivo difusionista con algo de política es el proceso que ha rodeado a Mario Ferreiro y sus fieles.

Mario tuvo un buen apoyo comunicacional; de hecho un brillante y respetado exponente del pensamiento de su comunicación falleció hace pocos días, "Patapila" González, cuya mano –mientras estuvo cerca– marcó los momentos mas nítidos y memorables del movimiento en materia comunicacional; pero al mismo tiempo, el proyecto que llegó al municipio en el 2015 hizo vuelta de campana y zozobró en materia de construcción política. No hubo un solo foco con luz consistente en este capítulo.

Con el tiempo es fácil apreciar las razones (de hecho es fácil ser profeta del día siguiente) pero los malos números en las encuestas de su actual nave política: "Podemos País", estriba en que para ganar la intendencia gastaron todo el capital de popularidad de Mario sin mayores ideas políticas sobre como edificar el proceso siguiente. Al construir el todo sobre un outsider es lógico que con el correr del tiempo se produzca la fatiga del metal de su popularidad, ya que no se hizo otra cosa que colocarlo a Ferreiro en el centro de un divertido juego de dardos con su rostro como blanco. Basta unir dos datos para que quede clara esta teoría:

Primer dato: el 17 de julio del 2017 (encuesta de Capli) Mario Ferreiro encabezaba la intención de voto para la Presidencia de la República, el actual candidato del la oposición, Alegre, ocupaba un lejano tercer lugar. De esto no ha transcurrido aun un año. Aparte de su inexplicable huida a lanzarse al ruedo, su movimiento nunca supo elaborar un plan que complementara su popularidad con arquitectura política.

Segundo dato: Aquí es donde alguien puede decir que lo desgastante en este tiempo fue –justamente– la gestión municipal. ¿cómo se explica, entonces, que el mejor posicionado a diputados –por lejos– sea el actual presidente de la Junta Municipal, Hugo Ramírez y otro concejal, Tony Apuril, se encuentre aun mejor posicionado que Adolfo Ferreiro en Senadores?

Volvemos a lo mismo. Da la impresión que hubo en todos estos años, amplios bolsones del tercer sector que se tragaron la engañosa píldora sobre que las redes sociales suplantaban a la política de abrazar "correligionarios", apoyarlos en su realidad real (no virtual) y generarles referencia solidaria.

Muchos de ellos vivieron todo el tiempo con la adrenalina orgásmica de ver que en pocos minutos un tuit criticando a alguien era título en una web informativa y se pegamentaron frente a redes a ver la vida pasar desde la laptop, mientras otros cruzaban arroyos, vadeaban charcos en los bañados y golpeaban puertas en las ciudades. Por qué? Porque abrazo mata tuit.

EL ARTE DE LA SEGMENTACIÓN

Este fenómeno es fácil de explicar. El proselitismo político es un arte de segmentación. Si bien las redes sociales hoy en día permiten tal segmentación, depositar toda la estrategia en tal acometida consiste en un error horrible que es impensable que se siga cometiendo. La segmentación, per se, por naturaliza, por paridad química, es un procedimiento que busca salir de la globalidad para bajar a la particularidad, a veces de una región, otras de una comunidad, otras de barrio. La característica emblemática de la localización no es la virtualidad, sino el factor humano. Me explico: si yo quiero provocar una reacción en el área geolocalizada como "Mercado 4", puedo contratar expertos que me focalicen mensajes y probablemente vamos a lograr cierta calidad algorítmica para aterrizar en sus smartphones, pero si al mismo tiempo no se produce una acción personal, no se destina horas a hablar con las yuyeras y la señora del caldo de pescado, probablemente otro que completó esta operación habrá logrado una mejor tarea de segmentación, esa parte humana irreemplazable: abrazo mata tuit.

NUEVOS APRENDIZAJES DE CAMPAÑA

Las elecciones son un aprendizaje y las tendencias que hoy se manifiestan en las encuestas son muy apropiadas para sentarse tras las elecciones del 22 de abril a generar conclusiones sobre los nuevos escenarios que se están dando a partir de las nuevas formas de hacer campañas electorales.

Un fenómeno interesante que parece exitoso –pero posiblemente no todos pueden alcanzar su intensidad– es el modelo de campaña de Hugo Ramírez. El político colorado tendrá una de las ventajas mas nítidas por sobre su inmediata competidora de la oposición en el rubro de la diputación por Asunción. Ramírez desarrolló una estrategia que combina las dos apuestas: una arrolladora campaña de visibilidad y una infatigable tarea en las bases. Inundó las redes con sus mensajes, pero nunca estuvo en un programa de televisión. Es posible que sea una forma eficiente –no la única– de surfear en las nuevas olas de la política: el arte de evitar la intermediación (medios) construyendo su relato con nuevas y tradicionales formas combinadas, en un tiempo en que los grupos de medios forman parte del partidismo electoral.

La política proselitista posmoderna es muy divertida, sus paradigmas ya no son como cuando Tom Mix disparando contra villanos ganaba todos los aplausos, es mucho mas compleja, peor aún en nuestras sociedades de hoy que comprimen en un solo territorio lo peor del clientelismo y lo mejor de las buenas intenciones.

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