• Por Víctor Benítez
  • Periodista

Hubo un tiempo, señora, en el que la Constitución era una cosa seria. No era algo que cualquier tarambana interpretara a su antojo. La Constitución de la que le cuento, señora, es la misma de ahora. No crea que le estoy hablando de constituciones más viejas. Había una suerte de tácita exigencia de ser tratada con sensatez.

Hasta no hace tanto tiempo, en nuestro país, señora, cometíamos crímenes, delitos, infracciones y/o faltas por los cuales éramos multados o enviados a prisión o nos sancionaban con ambas cosas. Hasta que llegamos a este último quinquenio. En estos últimos cinco años, señora, el Paraguay se dividió entre los que se creen blancas palomitas y lo que ellas creen son los "violadores de la Constitución".

Antes, robabas y eras ladrón; ahora sos violador de la Constitución. Antes, matabas y eras asesino; ahora violás la Constitución. Antes, cruzabas un semáforo en rojo y cometías una infracción grave de tránsito; ahora violás la Constitución. Antes, vos pensabas distinto y eras un opositor; ahora sos un violador de la Constitución. Ahora, en el Paraguay de los naranjos y los jazmines existen, insisto, los que se portan bien o dicen que se portan bien y los violadores de la Constitución.

Lo lamentable de esta nueva concepción de lo que es legal o ilegal es que casi todos los crímenes, delitos y faltas eran punibles hasta hace más o menos cinco años. Hoy, en que tanto cacareamos contra la violación de la Constitución, no hay sanción alguna para los violadores. A ver si me explico. Por matar podés ligar 30 años de cárcel, pero como ahora está en el olvido esa calificación, te pueden llegar a juzgar por violar la Constitución –matar está prohibido por la Constitución– y, que yo sepa, eso no tiene una sanción como serían los 30 años. Es delirante el solo pensarlo pero a ese extremo de la estupidez humana hemos llegado.

Hasta por lo menos la mitad del año pasado, los periodistas deportivos rompían las pelotas con el "volumen de juego". Era algo que solo ellos entendían. Creo que ni ellos; pero como se puso de moda, el "volumen de juego" formó parte del enigmático vocabulario futbolístico. Hoy nadie habla de volumen de juego. Los equipos ganan porque juegan bien y meten goles y pierden porque juegan mal y reciben goles.

Espero que este furor por la violación de la Constitución pase de moda, como pasó de moda el volumen de juego. Así terminará esta obsesión constitucional y vamos a volver a la normalidad. Y el que mata volverá a ser asesino, el que roba volverá a ser ladrón, el que estaciona en un lugar indebido volverá a ser infractor de las reglas de tránsito.

Yo espero que así sea, señora. Así terminamos con esta argelería y en una de esas evitamos que los "defensores de la Constitución" sigan quemando el Congreso en una extraña manera de defender la vigencia de esa Constitución. Y es que además de incendiar un santuario de la República son considerados héroes. Por suerte aquella noche de marzo no llegaron a quemar el Panteón de los Héroes, donde seguramente se depositarán sus restos cuando nos hagan el favor de morirse.

No sé si me explico.

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