• Por Felipe Goroso
  • Analista político
  • Twitter: @FelipeGoroso

Quienes siguen la carrera de Diego Armando Maradona coincidirán conmigo (o no) que su paso por el fútbol fue de lo mejor que le pasó al deporte más lindo del mundo; fuera de una cancha de fútbol y ni qué decir, luego de retirarse, se seguirán diciendo mil cosas sobre él. Si me preguntan a mí, creo que es parte de ese halo que rodea –o persigue– a los fenómenos. Una de las frases maradonianas que quedarán en la historia; sí, el concepto maradoniano existe, incluso hay una iglesia con su nombre y tiene directa relación con el título que decidí ponerle a mi primer comentario en el diario La Nación: "Se nos escapó la tortuga". El Diego usó y sigue usando esa frase cada vez que pasan cosas impensadamente predecibles o que eran de esperarse y que no las viste venir. Convengamos que hay que ser muy dormidos para que se nos escape una tortuga, díganme otro animal más veloz y los entenderé, pero una tortuga, no.

Dejemos por un rato a Maradona y hablemos de la historia de los medios de comunicación y su influencia en la vida de todos los paraguayos. Durante muchos años (casi todo el período democrático) quienes nos dedicamos a la Comunicación Estratégica, Política y Gubernamental hemos visto cómo "la verdad" tenía una sola versión. Esta única versión de la verdad estaba alineada a los intereses de los grandes grupos económicos quienes también son dueños de medios de comunicación, en el caso de nuestro país coincide con que esos medios tenían (sí, tenían) una preponderancia casi hegemónica. El camino para construir la Señora Verdad, siempre tan esquiva y difícil de hallar, era más o menos el siguiente:

Paso 1: las personas con sus ideas y proyectos necesitaban tener el nexo o contacto para llegar junto a los señores poderosos. Ustedes saben que la verdad es poder, por tanto, aquellos que tenían el ejercicio exclusivo de construcción de la verdad eran señores poderosos.

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Paso 2: La verdad, los argumentos y las evidencias se construían desde la dirección de los 2 principales periódicos y dejaron de ser parte de una construcción social, más participativa y democrática.

Paso 3: La verdad salía publicada, era tomada por las emisoras de radio y canales de TV durante toda esa jornada. Si para la media mañana se conseguía la repercusión y rebote esperados, se había logrado instalar "la verdad" y convertirla en opinión de la mayoría. El trabajo estaba hecho.

Paso 4: Volver al paso 1 y así hasta el infinito, por los siglos de los siglos.

Como podrán ver, construir la verdad no era tan complicado hasta que empezaron a darse un par de hechos que trataré de relatar a continuación.

El 21 de abril del 2013 Horacio Cartes es electo presidente de la República; si bien es cierto llega apoyado por un amplio sector del empresariado local (de hecho lo consideraban su igual, se desarrolló en el ambiente empresarial) con la venia del empresariado, el guiño de los medios era cuestión de tiempo. Lo que los señores poderosos no tuvieron en cuenta es que con esta administración se vería una sustancial diferencia en comparación con las anteriores administraciones presidenciales que habían pasado desde el golpe de Estado de febrero del 89. Esta administración venía con su propia agenda y estaba dispuesta a cumplirla. Y para mal de los señores poderosos, sabía cómo hacerlo, aún sin su apoyo.

Con todas las administraciones de la historia democrática reciente se vieron dos fenómenos, ambos sucedían a la par en una línea de tiempo muy poco visible, excepto para quienes vemos la gestión del poder como un proceso. El primero de ellos es el siguiente: durante las elecciones, los señores poderosos apostaban por una (o varias) candidaturas. Normalmente la candidatura con mayor apoyo mediático resultaba exitosa, pero al día siguiente de la foto de la victoria se venía el pase de factura de parte de los señores poderosos y sus intereses. El segundo fenómeno venía luego de la foto de la victoria, venía acompañaba de un período de amor, ese amor a veces era como una relación de un verano y en otras, era algo más extensa. Todo dependía de la factura que se había acordado pagar. Si el noviazgo se cortaba abruptamente, negros nubarrones se cernían en el cielo del Paraguay.

Uno de los peores pecados que cometió esta administración es llegar al poder con una agenda propia y sobre todo demostrar que se puede gestionar poder y soluciones para la gente sin los señores poderosos y a pesar de sus intereses. Esos intereses que cada tanto vemos que pesan más que los de la mayoría y que casi siempre son los intereses que, aliados con eventuales compañeros de ruta que se dicen políticos, hacen que se generen hechos verdaderamente trágicos para la consolidación de nuestra democracia y fortalecimiento de nuestras instituciones. Esos momentos terminan por incinerar nuestros más básicos principios republicanos.

Uno de esos momentos es, sin lugar a dudas, el 31 de marzo del 2017. Lo que el Grupo Nación, a través de sus medios (Gen, 970 AM y La Nación) nos viene contando desde hace unos días y en sucesivos materiales, es la otra versión posible sobre los hechos del 31 de marzo del 2017. El Grupo Nación encontró la veta para contrarrestar con hechos y argumentos la agenda que nos venían imponiendo durante años los señores poderosos; el Grupo Nación, ese sobre el cual muchos tenían dudas sobre su futuro, viene marcando la agenda hasta de los medios más opositores y sobre todo está demostrando que a los señores poderosos se les escapó la tortuga. Los señores poderosos se creían dueños absolutos de la agenda y no vieron venir que otra agenda y sobre todo que otro país es posible. Hubo demasiadas señales que no vieron o tal vez no quisieron ver la caída del manejo monopólico de la agenda, ya está en ellos el hecho de empezar a abrir los ojos.

Porque todo se trata de política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.

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