• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

La semana pasada, entre la marcha del 8M y la visita de la dupla Laje/Márquez, el tema fue el FeminismoGeneroAbortoIzquierdismo… o sea todo es parte de un paquete ahora había sido. No sé si es cosa de los detractores solamente o de los mismos fans de este asunto (o estos asuntos… por las dudas).

Nadie quiere escuchar lo que digan Laje/Márquez, o sea nadie de la prensa políticamente correcta, o sea la prensa "progre". Es que los tipos tampoco se hacen querer. Para mi gusto, se les va la mano y exageran algunas cosas, minimizan otras y agregan medias verdades. O sea, igual que los del otro lado cuando se trata de defender sus posiciones.

Justamente a Laje/Márquez les decía el otro día, mientras escuchaba sus tan temidas palabras (boeh), que me parece tan errada la forma en que ambos equipos defienden sus posiciones, sobre todo a la hora de ser agresivos con "el enemigo".

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O sea, reconozco la validez de gran parte de los reclamos de la marcha del 8M, sobre todo en el asunto de la violencia de género, la igualdad de oportunidades y otros. Tengo mis dudas respecto al tema de la ley de paridad y estoy en contra del aborto "recreativo". Me parece también un despropósito el mezclar el comunismo y al "Che" Guevara con la defensa de los derechos LGTB (a los que el "Che" mandaba apresar, torturar y asesinar en su época de gloria). O pretender que alguien que crea que maquillarse y peinarse de manera tradicional sea cómplice del asesinato de mujeres, o no creer en el aborto libre implique ser un machista asesino heteropatriarcal. Tampoco es correcto pensar que si un hombre va a una marcha feminista sea un "feminista con pollerita", o algo por el estilo.

Al decir de Víctor Benítez, que en un ataque de nihilismo (o sea no cree más en nada ndajeko… y tranquilo, yo también googleé para saber qué era eso), toda la gente ya tiene su posición y nadie le va a convencer de lo contrario, pero yo todavía creo que hay posiciones intermedias, o sea gente a la que se puede convencer, pero con buenos argumentos y posiciones razonables.

Disfrazada de monja, pelando tetas, bañada en pintura roja simulando sangre y sosteniendo un bebé de juguete de las patas, gritando como loca "abortando por la vida soy feliz" no vas a ganar un solo adepto nuevo a tu causa, mucho menos tratando de prenderle fuego a una iglesia o pintando consignas en sus muros vas a conseguir que los católicos simpaticen con tu lucha contra la discriminación.

Tampoco tratando de zurditas abortistas sucias y feas vas a convencer a las genuinas luchadoras feministas (porque las otras son unas fanáticas a mi humilde criterio) de que deberían separar las cosas y pedirles a las extremistas que hagan sus propias marchas y dejen de dar letra a los detractores.

Finalmente, sería mejor contemplar, ambas partes, la posibilidad de contratar un gerente o gerenta (aclarando por las dudas) de marketing que les explique a estos manifestantes de ambos bandos las bondades de tratar de convencer a los indecisos o inclusive a los “equivocados” de sus sólidos argumentos y ganar adeptos para la causa.

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