- Por Michel Temer
- Presidente de Brasil
Hace poco más de un año y medio asumí el Gobierno con la tarea de enfrentar la más grave crisis económica de la historia y sus profundos impactos sociales en el país. Frente a ese desafío, propuse una agenda de transformación sin recurrir a medidas populistas. Dicha agenda consiste en el más amplio conjunto de reformas estructurales de los últimos 30 años y tiene como fundamentos el equilibrio fiscal, la responsabilidad social y el aumento de la productividad.
Los resultados son visibles. Se revirtió la recesión y la economía brasileña ya ha crecido en dos trimestres consecutivos. Los analistas prevén un aumento cercano al 1% del PIB en 2017. La inflación de alrededor de 10% en mayo del 2016 está hoy por debajo del centro de la meta: 2,54% en setiembre. El poder de compra mejoró con el aumento de más de 6% en el rendimiento real de los salarios. La tasa básica de interés, que en mayo del 2016 era de 14,25%, cae de forma continuada. La Selic está hoy en 7,5%, su nivel más bajo en 4 años, y el spread bancario se redujo considerablemente. Solo con la caída responsable de la tasa de interés se garantizó el ahorro de 80.000 millones de reales a las arcas públicas.
La balanza comercial rompe récords sucesivos: el superávit llegó a US$ 58.477 millones entre enero y octubre de este año (un crecimiento del 51,8% con respecto al mismo período del 2016). La producción industrial aumentó 1,6% en el mismo período (en mayo del 2016 caía 9,8%). Las exportaciones de vehículos crecieron 55,7% con relación a 2016 y ya superan las 560.000 unidades en 2017. La venta de vehículos nuevos en el mercado interno creció 9,28% este año en comparación con el mismo período del año anterior. La cosecha de granos debe alcanzar el número histórico de 242 millones de toneladas en 2017, un aumento del 30% con relación al año pasado. Como reflejo de la reactivación de la economía brasileña, el movimiento en los puertos ha crecido un 5,7% en 2017 y el mercado nacional de aviación creció un 6,6% con respecto a setiembre del 2016.
Ese ciclo virtuoso está en la base de la recuperación de la confianza en la economía brasileña. El Índice de Confianza Empresarial, de la Fundación Getúlio Vargas, llegó a 90,3 puntos en octubre, el nivel más alto desde julio del 2014. El Riesgo Brasil cayó de 544 puntos base (ene/2016) a 239 bp (oct/2017), una reducción del 56,1% del "spread soberano". Por otra parte, el índice CDS-5 años, otra forma de mensurar el riesgo al crédito, que estaba en 328 puntos, hoy es de 173,5 puntos. El Ibovespa (Índice de la Bolsa de Valores de San Pablo) superó los 76.000 puntos en setiembre del 2017, luego de haber quedado debajo de los 38.000 puntos en enero del 2016. En el primer semestre del 2017, el IED acumulado fue de US$ 40.300 millones (US$ 78.900 millones en 2016). En los remates de energía realizados bajo el nuevo modelo regulatorio, incluso de los yacimientos de la capa presal, se recaudaron más de 22.000 millones de reales. Solo en ese sector se esperan inversiones de 444.000 millones de reales en los próximos años y la creación de hasta 500.000 nuevos empleos.