• Por Emilio Daniel Agüero Esgaib
  • Pastor Principal de la Iglesia
  • Más Que Vencedores

Era el 31 de octubre de 1517 y el monje alemán de la orden de los agustinos, Martín Lutero, doctor en teología de la Iglesia, exégeta y erudito bíblico, se encontraba indignado ante tantos abusos del clero de la Iglesia oficial. A la inmoralidad abierta, las herejías disfrazadas de tradiciones, la corrupción imperante y la manipulación de las masas ignorantes y empobrecidas se sumó la venta de indulgencias.

La Iglesia estaba alejada de la verdad. Además del pecado y la violencia, estaba totalmente politizada y las luchas de poder eran constantes, así como los cismas.

La venta y veneración de reliquias también eran atroces y la gente pagaba fortunas por verlas o comprarlas: exhibían el cráneo de Juan el Bautista (había varios), pelos de su barba, huesos de los apóstoles, trozos de madera que decían pertenecía a la Cruz. Llegaba a límites insospechados como la venta y veneración de frascos con la supuesta leche del pecho de la Virgen María. Solo en Alemania había unos 19.000 huesecillos que, decían, pertenecían a Cristo (¿no era acaso que Él resucitó y esa era la prueba de que era Dios y el fundamento de la fe?, ver 1 Co 15.13, 14-20). En España había 18 tumbas que, decían, eran de los 12 apóstoles.

Decían también que en Roma estaban las 30 monedas de plata con las que Judas vendió a Jesús y que los que las besaran y pagaran una indulgencia reducirían, por decreto papal, 50 años de penitencia en el purgatorio.

Varios papas anteriores fueron verdugos de pueblos enteros; ordenaban matanzas, arrasaban pueblos, iniciaban guerras y eran en extremo lujuriosos e inmorales de manera abierta.

Alejandro VI hacía pintar imágenes de la Virgen María con el rostro de sus amantes para ser veneradas. Incluso se hablaba de que tenía relaciones incestuosas con su propia hija Lucrecia Borgia. Julio II era conocido como "el Papa guerrero" y se paseaba con su caballo y armaduras de hierro. León X, que era Papa en el momento en que inició la Reforma Protestante, quería construir la Basílica de San Pedro con el dinero de los pobres, bajo extorsión, diciéndoles que, si no colaboraban, irían al infierno ellos y sus parientes.

El padre Tzel fue comisionado por el papa León X para vender indulgencias en Alemania y decía que antes que las monedas toquen el fondo de los cofres un pariente saldría del purgatorio.

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