• Por Héctor Sosa Gennaro,
  • Socio del Club de Ejecutivos

Resulta indiscutible en la actualidad la influencia que tienen los medios masivos de comunicación en el quehacer diario de los ciudadanos, y más aún la política en la que está todavía dibujando los alcances, especialmente de las redes sociales.

En efecto, se ha instalado la terminología del "gobernauta", referente a la utilización de los gobernantes de las redes sociales, a los efectos de generar una comunicación eficaz y dinámica que logre acercar al ciudadano a la política a fin de potenciar las relaciones entre las autoridades y sus mandantes.

En ese contexto, se puede decir que existe un mayor posicionamiento de los gobiernos en la comunicación. Ello considerando que es un factor clave de la interacción con el pueblo, incluso como medio de las políticas públicas.

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Ahora bien, existe una importante diferencia en la utilización de los medios, dependiendo de si la información proviene de una estructura de gobierno o de la oposición. En el primer caso el grave problema que se suscita es la comunicación unidireccional, en el que el Gobierno se limita a publicitar las actividades que realiza en el ejercicio de sus funciones; mientras que en el segundo caso la oposición alude a los problemas existentes y difunde mensajes siempre en función a sus intereses.

La cuestión que se suscita con la utilización de las redes sociales es que el líder político es el que instala el tema que es de su interés, como una especie de imposición de lo que se debe hablar, haciendo abstracción de lo que la otra parte quiere escuchar o de las necesidades sociales. O sea que no hay una interacción entre el líder y el ciudadano, evitando los temas controvertidos, justamente por la ausencia de debates. En efecto, y de acuerdo a un estudio estadístico realizado, solo hay un 10% de interacción en las redes sociales.

Es necesaria que la utilización de los medios de comunicación sea orientada a una interacción entre el difusor y el receptor, de manera a que sirva como un canal, o una mesa de entrada de las diferentes necesidades o problemas que existen en la vida cotidiana. Y que permita al político percibir en forma directa las diferentes inquietudes. En países como los nuestros los líderes se apartan de la realidad, puesto que muchas veces la gente que los rodea se encarga de hacerles ver lo que les conviene, y no la realidad de las cosas.

En definitiva, el objetivo debe ser el convertir la comunicación en un "servicio" y no que el servicio se preste unilateralmente desde la comunicación. La responsabilidad de gobernar es hoy bidireccional, sobre todo en la democracia, comunicar para gobernar, en alternancia continúa con la opinión y los requerimientos de la sociedad. Pues la utilización de los medios masivos de comunicación con fines políticos debe encararse con criterios inclusivos.

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