Augusto dos Santos, analista político

Las horas corren y esta semana se define si habrá o no alianza con el PLRA. En las últimas horas el oficialismo del principal partido de oposición volvió a tender puentes tratando de obtener que un partido (probablemente el PEN) acoja la postulación de Leo Rubin como vicepresidente. Sea como fuera, la semana anterior fue una radiografía de cómo funciona la política paraguaya a la hora de acordar.
Todo empezó el día en que le pidieron a Víctor Ríos que fuera él quien soltara el globo sonda sobre el vicepresidente “de izquierdas” para Efraín Alegre. El dato que daban me recordó a aquella adivinanza que decía: ¿de qué color era el caballo blanco del Mariscal López?
Expresaban más o menos así: estamos pensando en un comunicador que no está metido en la política y que tiene buena vibra con los sectores de izquierda. No era difícil de resolver. Faltó que dijeran usa barba, tiene las iniciales de su padre y habla en Ñandutí.
Leo Rubin es una apuesta interesante, pero el desembarco de su propuesta no se lo hubiera insertado como planteo de sector alguno a sabiendas de las enormes rivalidades existentes en todas las internas políticas de todos los partidos del Paraguay. Lo ideal hubiera sido construir previamente consensos. (Consenso: ese hueso perdido de la política paraguaya).
El acompañamiento de Leo a los sectores sociales y campesinos, su apuesta por la defensa del relato de estos sectores al respecto de los sucesos de Curuguaty, su posición con relación al juicio político, probablemente, generó expectativas de una más cerrada adhesión de los sectores que responden al Frente Guasu cuando se anunció la posibilidad de su postulación. Pero no se tuvo en cuenta que, en política, para apoyar un plan los líderes quieren ser los dueños o al menos accionistas del plan.
La reacción de cierto sector cercano a Efraín no se hizo esperar y salieron a proponer a un referente que concita mucha confianza en sectores progresistas moderados, el ex ministro de Economía Dionisio Borda. Pocos días después ese segundo globo sonda cayó por falta de fuego. (Sí, el fuego que calienta el aire interior del globo y hace que este sea más liviano que el aire exterior, con lo cual remonta).
Pero el esfuerzo de los propios sectores de oposición por instalar otras alternativas no se apagó. Imprevistamente y fuera de todo cálculo hubo un gesto –el pasado viernes– que debe ser leído políticamente. Fue cuando alguien colocó el nombre de Miguel Carrizosa como candidato a vice del Sr. Alegre Sasian.
En términos boxísticos se diría que, técnicamente, se planteó reemplazar el siempre contundente gancho de izquierda por el más obvio cross de derecha.
De este ida y vuelta de la semana deben quedar claros un par de asuntos que no se ven en la superficie, pero forma parte de lo que sucede entre bambalinas:
1) La postulación de Borda de inmediato al surgimiento del nombre de Rubin es una clara muestra de la ausencia de capacidad de la clase política nacional (colorada, liberal, progresista) para procesar sus negociaciones por fuera del escenario mediático.
¿Cuál es el problema del procedimiento llamado “sondeo” que pone todas sus fichas en el escenario mediático? El problema es que este escenario (sondeo mediático) es de un solo plano, maniqueísta al mango (aprobación o rechazo) y cortoplacista porque genera en los otros sectores que deberían interesarse en el tema la sensación de que fueron desplazados de una parte de la decisión. Por eso, y no por otra cosa, surgió el nombre de Borda. En realidad tales sectores no pensaban en Borda, pensaban en “trancarle” a Leo.
2) Los partidos políticos en general están perdiendo prolijidad para conspirar y eso habla a las claras de la depresión de la cultura política paraguaya. Como se sabe, la conspiración es la generación de un conjunto de interacciones reales o aparentes que no será –en general– el fin, sino el desencadenante de otras reacciones que llevan a un resultado esperado. Pongamos ejemplos. ¿Cuál fue la última conspiración brillante de la historia? La apuesta de la inteligencia colorada en el juicio político a Lugo. Ellos no solo sabían que tumbaban a Lugo, también sabían que le daban un año de gobierno al PLRA. Y sabían que eso iba a ser un desastre. En billar se llama carambolas.
De cualquier manera, el hijo del más importante radialista del Paraguay, que no tendrá el volumen de Mario Ferreiro, es cierto, sigue siendo la opción y quedan pocas horas.
La apuesta de Miguel Carrizosa no es una idea bizarra de derecha-derecha. Probablemente lo barajaron como una puerta de acceso a los sectores empresariales que empiezan a molestarse con Efraín por los coqueteos de su sector con los sucesos sociales y estudiantiles. Pero no se vieron reacciones de entusiasmo importantes desde tales cuarteles.
La oposición sigue sin resolver cuál pudiera ser una chapa que pudiera generar problemas al Partido Colorado. En primer lugar, porque los que podrían ocasionarle algún impacto significativo o importante no pueden (Lugo) o no quiere (Mario). En segundo lugar, porque Efraín no quiere bajar, como aquellos niños que se declaran dueños de una planta de guayaba y se suben a comerlas entre sus gajos.
Silenciosamente, en la semana, ocurrieron dos cosas más que pueden ser importantes en este escenario:
1. La oposición liberal (Equipo Joven) filtró su última encuesta, la que a raíz de la segmentación del sector oficialista le coloca a Blas Llano en el rumbo de una cómoda victoria en términos de encabezar la lista del liberalismo para la influyente Cámara de Senadores.
2. El Frente Guasu apareció y dijo: “Nosotros seguimos con la idea de proponer nuestra propia chapa presidencial”. En una reunión, este último sábado volvieron a debatir que la cerrazón del oficialismo liberal impide el camino de la unidad. “Estamos peor que en el 2008”, agregó alguien.
Se llegan días divertidos. Fundamentalmente porque unos pocos saben que en estas lides de los tiempos electorales la candidez tiene un costo carísimo y que, además, sabiduría de los esterales, yacaré que se duerme es cartera.

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