• Por Gabriela Teasdale
  • Socia del Club de Ejecutivos del Paraguay

Robert Greenleaf es considerado el padre del liderazgo de servicio. Investigó durante décadas el estilo de liderazgo autoritario centrado en el poder prominente en las instituciones de Estados Unidos, lo que luego le permitió diseñar esta nueva corriente que pone énfasis en el líder con espíritu de servir a los demás.

Greenleaf, quien falleció en la década del 1990, decía que las instituciones que se regían bajo el liderazgo autoritario no estaban sirviendo bien a los ciudadanos, y que estas personas tenían dos opciones: sentarse a criticar y discutir sobre el asunto o empezar a cambiar estas entidades desde dentro.

Esta semana tuvimos en el país la triste noticia de un nuevo hecho de violencia en el Norte, un acontecimiento que nos llena de tristeza y hace que nos cuestionemos sobre el trabajo de nuestros líderes y nuestras instituciones. Muchos de nosotros estamos hastiados de estas manifestaciones injustificables que vulneran la esencia de toda sociedad.

Siempre hemos dicho -y lo seguiremos haciendo- que estamos en medio de una crisis de liderazgo. Y en esta afirmación están incluidos los líderes mundiales, nacionales, políticos, líderes empresariales, sindicales y religiosos. También los líderes de los medios de comunicación, de la educación, de las ONGs… cualquiera en una posición de influencia significativa. Eso ocurre porque la mayoría de estos líderes trabajan por un interés propio dentro de una cultura de violencia que termina recompensándolos.

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Y eso es lo que debemos cambiar.

Más actual pero siguiendo la misma línea, el autor británico/estadounidense Simon Sinek asegura, al analizar la fracturada sociedad estadounidense -con ejemplos que pueden aplicarse a cualquier nación-, que los políticos que elegimos para que nos representen son nuestro reflejo. Y que, por tanto, tenemos las autoridades que merecemos. Así que antes de rasgarnos las vestiduras por lo que ocurre a nuestro alrededor, lo mejor es mirarnos a nosotros mismos y asumir ciertas responsabilidades. Mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos: qué puedo hacer para cambiar mi país, mi vida o qué puedo hacer para liderar mejor mi negocio, dirigir mejor mi casa.

Todos somos líderes y todos podemos mejorar como líderes. Si queremos una sociedad más pacífica, la mejor manera de lograrla es trabajar para educar y defender la paz social. Debemos reconocer las disfunciones actuales y buscar mejores maneras de liderar para el cambio. Para que esa violencia se vaya transformando en paz.

Hay varios ejemplos de personas y organizaciones que inspiran, piensan y actúan de manera diferente, y con ello promueven muchas veces cambios con los que las sociedades se nutren. Inspiran porque tienen un propósito, saben el sentido que le quieren dar a su vida. No solamente "viven" sino que saben "para qué" se vive.

Es demasiado simplista sugerir que podemos echar la culpa de todos los principales males de nuestro mundo a alguien más. Como Albert Einstein advirtió: "El mundo es peligroso no por culpa de los que hacen daño, sino por los que lo miran sin hacer nada".

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