- Por Esteban Aguirre
- @panzolomeo
"Nikkei" (日系 ?) es el nombre con el que se designa a los emigrantes de origen japonés y a su descendencia. Específicamente se denominan "issei" a los inmigrantes nacidos en Japón, "nissei" a los hijos de japoneses, "sansei" a los nietos, "yonsei" a los bisnietos, y "gosei" a los tataranietos de los inmigrantes nacidos en el exterior. El uso del término "nikkei" actualmente es el más adecuado para denominar a los japoneses y a sus descendientes. – Fuente Wikipedia.
En su reciente visita a tierras guaraníes, el chef número 8 del mundo y 2 de Latinoamérica, Mitsuharu Tsumura, a quien los amigos lo llaman "Micha", explicaba el paralelo de esta palabra y concepto "nikkei" y lo que más tarde sería definido como "La cocina nikkei". Es el "resultado del encuentro y diálogo entre dos culturas, la peruana y la japonesa. No es comida japonesa con ingredientes peruanos o comida peruana con ingredientes japoneses, sino un mestizaje cultural", explicaba "Micha".
Él mismo se ponía como ejemplo: "Yo me veo japonés, poca gente diría por la calle por mi aspecto que soy peruano, hasta que se sienta a mi mesa y en bocadillo criollo se encuentra con esa picardía de la cocina peruana, en donde el picante y el limón se encuentran casi como tributo del encuentro peruano- japonés". Un ejemplo claro de lo maleable de esta cocina es la manera en que ganó su denominación, aunque en la práctica ya existía, la cocina nikkei recién fue bautizada como tal en la década de 1980 por el poeta Rodolfo Hinostroza, eufórico por una chita a la pimienta preparada por Humberto Sato (referente principal) que le hizo exclamar que había descubierto "el sabor nikkei".
El motivo de la visita del este titán gastronómico, o como lo dijo Rodolfo "El Chapori" Angenscheidt: "¡Ha llegado un samurái de la cocina al Paraguay!". Fue para la inauguración del restaurante Sipan, el cual es hoy en día la primera y única propuesta de cocina nikkei en Paraguay, liderada por su creador chef y copropietario, José Castro Mendivil, quien, junto con Juan Carlos Guerrero, también copropietario y cabeza del Grupo Cruz, extendieron –como quien no quiere las cosas– una invitación a Tsumura, casi sin esperanza de que las agendas logren habilitarse para una noche que marcó un hito en la restaurantería paraguaya. Felizmente la respuesta del creador de Maido fue un rotundo sí, el resto fue silencio, al menos momentáneo, ya que es mala educación hablar con la boca llena.
"Cuando uno se da cuenta de que el éxito ajeno es en realidad el éxito propio recién ha alcanzado la madurez y satisfacción del trabajo", expresaba "Micha" cuando consultado sobre su decisión de venir a Paraguay para la inauguración de esta cocina nikkei en pleno barrio asunceno de la Recoleta. "Definir lo que es la cocina nikkei es básicamente definir quiénes somos nosotros mismos, y yo veo al inmigrante japonés como una persona solidaria, curiosa y con ganas de compartir conocimientos".
Si bien la modalidad de dúo o dupla es una tradición con la cual varias cabezas de cocina deciden bautizar su restaurante, casi como el ceremonial bautismo de barcos con botellas de champagne, esta modalidad bautiza a nuevos recintos gastronómicos en un menú mano a mano entre dos chefs, mezclando no solo la experiencia del comensal desde la interpretación de cada cocinero, sino también polinizando talento, conocimiento y empatía entre los equipos de cocineros que vienen y los que actúan de anfitriones.
Son literales puentes gastronómicos que vemos forjándose en esta nueva escena de la restaurantería paraguaya. Nuevas visiones con un claro entendimiento de la necesidad de colaborar para competir y elevar la vara a un lugar sin precedentes. En donde la frase "El paraguayo te perdona todo menos tu éxito" empieza a (por fin) ponerse en tela de juicio, ya que la idea de que en una incipiente escena de ofertas culinarias, profesional y amateur desear el fracaso ajeno es verdaderamente desear el fracaso propio en un momento en que el paraguayo disfruta de una letárgica metamorfosis, evolucionando desde el abandono de la libertad de pocos en tiempos de "caperucitas rojas", libertinaje para demasiados en el período de croquetas sobrevaloradas y (esperemos) la realización personal y profesional en la era que celebra el éxito de todo aquel o aquella con los cojones de convertir decir en HACER.
¡Kanpai!