• Por Gabriela Rojas Teasdale (*)
  • @GabyTeasdale

Algo que discutimos con frecuencia en nuestras clases de liderazgo es el rezago de las nuevas generaciones para adquirir habilidades básicas que les permitan participar de manera activa en la vida social actual. Habilidades simples como cocinar, cambiar un enchufe o llenar un formulario para declarar impuestos parecen convertirse en un obstáculo inalcanzable para muchos jóvenes, que no tienen las mismas dificultades, por ejemplo, para sacar una buena nota en un examen.

Es posible que esto sea consecuencia de un cambio en nuestra cultura juvenil, donde el trabajo implica un esfuerzo que muchos no están dispuestos a realizar o que simplemente no saben cómo hacer. Es como una palabra extraña.

Tal vez se deba a que todo en la vida ha quedado reducido a una pantalla de computadora o de un smartphone. O a que hemos creado un entorno en el que vemos el trabajo como lo que hace alguien que tiene una posición inferior en la vida. Y esto es algo que tenemos que empezar a cambiar.

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Uno de los valores que trabajamos en las Mesas Redondas del programa "La Transformación está en Mí" es el trabajo duro y es, por lo general, un debate que enriquece mucho a sus participantes.

Todos queremos tener éxito. Queremos perder peso, aprender un instrumento, leer más o iniciar nuestro negocio. Pero a veces ese éxito no llega. ¿Por qué ocurre esto? Primero, por la forma de pensar de cada uno. Si quiero tener éxito, debo tener autoestima y pensar de una manera positiva. En segundo lugar, necesito incorporar ciertos hábitos: identificar lo que es importante, establecer metas, plazos y acciones para lograr esas metas, fijar prioridades, arriesgarme y perseverar. Y todo esto tiene un denominador común, que es el trabajo duro.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura, utilizó el ejemplo del francés Gustave Flaubert –considerado uno de los mejores novelistas occidentales– para explicar el valor del trabajo y la disciplina. En su discurso de aceptación del galardón explicó que Flaubert empezó siendo un mal escritor y se convirtió en un genio de las letras gracias a la disciplina que se impuso. "Llegué a la conclusión de que si uno no lo tenía (el talento), se lo podía provocar a base de trabajo", dijo Vargas Llosa.

John Maxwell dice que una idea clave del trabajo duro es entender que cada uno es su propio jefe. Las personas que creen en el trabajo duro se exigen más a sí mismas y se sienten orgullosas de su trabajo. Y el esfuerzo acaba siendo un instrumento no solo para alcanzar el éxito, sino para lograr la satisfacción personal. ¿Estás conforme con el trabajo que haces? ¿Crees que puedes rendir más? ¿Cómo piensas que podrías enfocarte para lograr una mayor satisfacción con tu trabajo? Recuerda que eres el reflejo del trabajo que haces. Trabaja duro, porque esa será la única manera de superarte y alcanzar tus metas.

(*) Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay.

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