• Por Pablo Noé
  • Director periodístico La Nación TV
  • pablo.noe@gruponacion.com.py

La discusión acerca del rol del periodismo en este nuevo paradigma de la globalización en la sociedad del conocimiento será permanente, porque lo único estable y seguro es el cambio constante. Las transformaciones, en modos y métodos de comunicación, se suceden con una velocidad que hacen casi imperceptible esta mudanza permanente, en donde lo que hoy parece ser ley, mañana está mutando.

Este escenario, de democratización de acceso a la información, permite al público mayor facilidad para obtener fuentes, lo que ayuda a contrastar pensamientos, rebatir análisis, plantear nuevos planteamientos hipotéticos, derribando modelos que se construyeron históricamente, en donde el papel del periodista y de los medios de prensa eran fundamentales, ya que ejercían una tarea intransferible, marcando los puntos de la agenda de discusión social.

Las redes sociales pusieron una poderosa herramienta al alcance de millones de personas y colaboraron a que esta cuestión se profundice, ya que desbancaron a los medios como fuente de información. Actualmente se accede a las noticias de primera mano gracias a perfiles personales de Facebook, Twitter o Whatsapp, desde teléfonos celulares. Las grandes corporaciones en todo el mundo entendieron esta realidad y están reorientando sus esfuerzos hacia plataformas al alcance de la gente, en donde los videos se están convirtiendo en la manera más eficiente para alcanzar este objetivo.

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En nuestro país, que no escapa a esta situación, se está viviendo un auge de nuevos medios que buscan posicionarse en este mercado competitivo y con una torta publicitaria cada vez más pequeña. La gran pelea, entonces, no pasa por ser los primeros, ni los que tienen mayor infraestructura, sino en encontrar la clave para llegar a un público que es cada vez más exigente.

La configuración del mensaje es fundamental, porque la posición pasiva de ser simples receptores es parte del pasado. Muchas veces esta fórmula no es comprendida por quienes, aferrados a un tiempo que ya quedará en el baúl de los recuerdos más temprano que tarde, intentan construir sus plataformas personales, poniendo su imagen por encima de la propia información. Consideran que así seguirán ocupando una plaza que fue redireccionada hacia el propio público, que se convirtió en un eje de reconversión de la información, cumpliendo un rol activo e indelegable.

Es uno de los errores más recurrentes desde los medios, es considerar que se puede seguir orientando fácilmente la opinión de la ciudadanía. La gente ante un material periodístico, en cualquiera de las plataformas, asume una postura y la sostiene con argumentos cada vez más sólidos y convincentes. El debate tiene otra dinámica y las visiones, desde las más profundas hasta las más disparatadas, brotan casi a la par de la generación de mayor cantidad de datos sobre los distintos temas.

Como decíamos al inicio de este comentario, el debate que busque fortalecer la tarea que cumplimos desde los medios de comunicación es impostergable. No se puede ignorar este nuevo panorama en donde la articulación de procesos es absolutamente distinta a lo que nos enseñaron en las aulas de universidades o que aprendimos en los pasillos de las redacciones.

Respetar este posicionamiento del público es un paso inicial que se debe reconocer. Administrar su poder en favor de la generación de información con mayor cantidad de fuentes para alcanzar análisis más profundos ayudará a recuperar una de las funciones olvidadas por los medios, que es el de colaborar en la construcción de una sociedad con mejor calidad de vida. El desafío está planteado, los periodistas y medios debemos recoger el guante y poner manos a la obra. No hay otro camino.

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