• POR ÉDGAR SANTANDER
  • Periodista y productor audiovisual paraguayo
  • desde París, Francia.

"Hoy Francia es comparada a una "república bananera" por la corrupción de sus líderes políticos, imputados por malversaciones y tráfico de influencias"

La elección presidencial francesa 2017 es simplemente calamitosa y apasionante. La misma termina hoy domingo 7 de mayo. Marcada por sucesivos escándalos de corrupción y traiciones fratricidas, dos partidos políticos tradicionales (El partido socialista y los republicanos) hoy están fuera de la segunda vuelta, en ruinas y con un porvenir incierto. En la última línea solo quedan dos candidatos diametralmente opuestos: Marine Le Pen del Frente nacional (extrema derecha) y Emmanuel Macron, 39 años, fundador del movimiento En marcha (centro neoliberal), quien parte como favorito. Sin embargo, la absoluta certeza es la abstención.

El domingo 7 de mayo, de los 47 millones de electores, al menos 35% de los inscriptos no irá a las urnas, según algunos sondeos. La causa: un sentimiento de decepción hacia una clase política "putrefacta". El país de la revolución, cuna de Voltaire y Rousseau, está en la decadencia. La prueba: hoy sus dirigentes carecen de credibilidad y de altura moral para el ejercicio del poder, como ocurre en muchos países populistas en el mundo.

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Paralelamente, el nacionalismo de extrema derecha está ganando espacio entre las clases más desfavorecidas, lo que pone en evidencia la reculada a la cual se dirige uno de los países más influyentes del mundo. Hoy Francia es comparada a una "república bananera" por la corrupción de sus líderes políticos, imputados por malversaciones y tráfico de influencias.

La prensa publicó el lado oscuro de ciertos candidatos. Con suma regularidad, Le canard enchainé (semanario satírico) y Mediapart (cotidiano en línea) desenmascararon a una clase política sin escrúpulos, corrupta e inclinada a prácticas contra el interés general.

Aunque sea poco probable que la extrema derecha pueda ganar estas elecciones, es triste de constatar que este partido pueda pasar a una segunda ronda, como en 2002, año en que los nacionalistas habían logrado pasar a la segunda vuelta al descalificar al partido socialista de Lionel Jospin. En aquel entonces, el candidato de la extrema derecha francesa era Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, para quien "las cámaras de gas" de los campos nazis "son un mero detalle de la historia". Marine Le Pen también está imputada en el marco de las investigaciones abiertas por el uso indebido de fondos del Parlamento Europeo. El monto de su fraude se estima a 5 millones de euros.

François Fillon llamó a votar por Emmanuel Macron, ex ministro de economía de François Hollande (presidente de Francia) y ex empleado del banco Rothschild & Cie, cuyo currículum y juventud procura la admiración y aversión en el electorado nacional e internacional. Barak Obama, ex presidente de EEUU, también es uno de los simpatizantes de Macron, tal vez el presidente más joven de la historia francesa este domingo.

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