• Por Emilio Agüero, Pastor
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Es un macabro juego de origen ruso en el que los incautos deben cumplir 50 desafíos, todos fríamente calculados, que los llevarán al suicidio. Se utiliza la figura de una ballena, ya que esta tiene la costumbre de "suicidarse" sin motivo aparente encallándose en la playa.

De noviembre del 2015 a mayo del 2016 ya se cobró la vida de unos 130 adolescentes. En todo el mundo tiene comunidades cerradas en redes sociales, algunas de las cuales llegan a 15 mil miembros de habla hispana.

El juego va dirigido especialmente a adolescentes, de entre 12 y 14 años, a quienes monitorean investigando sus redes sociales, si son vulnerables o no.

Por ejemplo, si al mirar sus perfiles ven a chicos que tienen tendencias suicidas, viven en hogares carentes, están metidos en ocultismo, son dados al vicio, músicas "pesadas" con altos contenidos satánicos o de violencia, etc, apuntan a esos sectores para hacerles miembros y meterles en un juego que, dicen, ya no tiene retroceso una vez que se inicia, bajo amenazas, incluso, de atentar contra la vida de un ser querido.

Cada desafío tiene como objetivo cauterizar la conciencia del que juega, hasta convencerlo de que la muerte no es nada, que es algo normal y que no debe sentir miedo, de este modo llega al punto o el desafío número 50, en que el joven finalmente se suicida.

Algunos de esos desafíos son pararse por largos minutos en el borde de un precipicio (azotea, edificio, techo) sin arrojarse al vacío, o cortarse ciertas venas sin llegar, todavía, a quitarse la vida; paulatinamente los conducen al suicidio.

  • “La falta de sentido de la vida hace que muchos quieran experimentar lo oculto”.

La Ballena Azul es solo otra muestra más de una sociedad desatinada espiritualmente, con jóvenes sin identidad y carentes de trascendencia.

Este juego nos muestra una sociedad sin Dios, sin contención familiar y sin un control serio de los padres hacia sus hijos. Tenemos que volvernos a Dios y reedificar nuestras familias para recuperar el sentido de la vida, de pertenencia y de trascendencia, es la única esperanza para los jóvenes.

Muchos jóvenes han dicho que en alguna etapa del juego han sido inducidos por algo, que no saben explicar, a seguir con el juego y concretar el suicido. Este tipo de actividades, como hemos visto más arriba, solo encuentran cabida en familias sin valores espirituales sólidos o en jóvenes con carencias.

Nuestra lucha es espiritual, es contra demonios y una fe firme en Cristo que nos protege. De esto nos advierte en apóstol Pablo en el libro de Efesios 6:10 "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".

Tenemos que conocer a Dios y volvernos a Él. Es nuestra única esperanza.

La falta de sentido de la vida hace que muchos quieran experimentar lo oculto. Dios da sentido a nuestras vidas. Hablemos a nuestros hijos de Cristo. Enseñémosles la Palabra de Dios. Mostrémosles un ejemplo consecuente de fe y oremos intensamente por ellos. Esa es la solución para que estas cosas no aniden en sus corazones.

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