- Por Richard E. Ferreira-Candia
- Periodista, analista y docente
- @RFerreiraC
Mucho se habla sobre las mayorías y minorías en este embrollo político. Mayorías circunstanciales, simples, absolutas. Se pone como argumento que la legitimidad de algunas acciones están amparadas en la mayoría, por lo que –exigen– se respete.
Pues bien, hablemos de mayorías, entonces, dijo el Comandante con una cara de pocos amigos. Tomó un sorbo del café negro, sin azúcar, que había pedido, mientras el amigo mozo bajaba una taza para mí en la mesa del altillo del Café Literario.
Se acomodó, hizo una pausa y mirando hacia uno de los cuadros ubicados en la pared, indicó que le venían a la mente algunas consideraciones de Aristóteles sobre el Estado. Bajó la mirada y de manera pausada indicó que el Estado está conformado por una asociación de familias que tienen como fin la búsqueda del bien común. El hombre es un ser naturalmente sociable, por lo que la formación de un Estado es un hecho natural. El hombre –dijo leyendo desde su teléfono– no puede bastarse a sí mismo separado del todo como el resto de las partes, siendo aquél que vive fuera de ésta, un ser superior a la especie, o una bestia. Por todo esto, la naturaleza arrastra instintivamente al hombre a la asociación política.
Tomó un nuevo sorbo de su café y continuó. Desde siempre, vivimos asociados y para que exista un orden debieron crearse las instituciones, los poderes, las leyes. Lo que se olvida siempre es que éstos no tendrían razón de ser si no fuera por el hombre, por la sociedad. Es decir, las instituciones, los poderes y quienes ostentan el poder desde alguna representación, en realidad, se deben a la gente, a la sociedad, y no viceversa.
Así es, dije, y agregué que en esta lucha de poderes políticos y económicos algunos entienden que en la política la regla es que la mayoría define. Eso señalan –interrumpió–, aunque debemos determinar de qué mayoría se habla.
La Real Academia Española (RAE) define mayoría, en términos políticos, como "mayor número de votos conformes en una votación"; también –siguió– como "parte mayor de las personas que componen una nación, ciudad o cuerpo". Describe, además, lo que es "mayoría absoluta" (más de la mitad de los votos) y "mayoría relativa" (formada por el mayor número de votos, no con relación al total de estos, sino al número que obtiene cada una de las personas o cuestiones que se votan a la vez). En la última parte, menciona la "mayoría silenciosa", explicada de esta manera: "En el debate político, mayoría que supuestamente compone la generalidad de los ciudadanos que no expresan públicamente su opinión".
Quiero detenerme acá, apuntó el Comandante para luego sostener: Se habla mucho de la "mayoría circunstancial", que trata de ser explicada como una que se tiene por un tiempo, que no es segura. Es decir, las determinaciones, en el Congreso, por ejemplo, depende hacia dónde apunta esa "mayoría circunstancial". Hoy, según esa interpretación, se puede aprobar o rechazar una ley, pero cuando exista una nueva "mayoría circunstancial" se hará todo lo contrario. Esa no es una mayoría que piensa en la sociedad. Esa es una mayoría que generalmente hace prevalecer sus intereses.
La verdadera mayoría es aquella definida como "silenciosa", la que comúnmente no comparte públicamente su opinión, no porque no lo quiera, sino porque está concentrada en otras cuestiones más urgentes, como trabajar, estudiar, cuidar, educar. La verdadera mayoría en un Estado no es la "circunstancial", ni la "simple", ni la "absoluta".
La verdadera mayoría está en el campo, con el campesino que cultiva la tierra; está en las amas de casa; está en los maestros, que tratan de encaminar a sus alumnos; está en los estudiantes, que esperan una mejor educación; está en los trabajadores, que diariamente se rompen el lomo para llevar el pan a su familia; está en los artistas, en los músicos, en los actores y actrices, en los pintores, en los poetas, que con su arte nos dicen que no todo está perdido y que vale la pena seguir luchando.
La mayoría está en los ancianos, que esperan irse viendo a un Paraguay distinto; está en los adolescentes, que anhelan un mejor país donde desarrollarse como profesionales; está en la inocencia de los niños, que sueñan con un país mágico donde sus sueños se hagan realidad. La mayoría está en la gente, en la gente sacrificada; la mayoría sos vos, soy yo, y no una circunstancial.
Hizo una nueva pausa y con su ronca voz añadió: Hay algo que debe ser entendido, la regla de la mayoría no puede ser confundida con democracia. La democracia no es "tener mayoría" simplemente. Una democracia funciona si todos los actores políticos y la sociedad en su conjunto forman parte de ella.
Cuando se intenta hacer prevalecer la interpretación de la mayoría, sobre todo la circunstancial, es cuando la mayoría silenciosa deja el silencio y sus cosas cotidianas para gritar a los cuatro vientos. Eso.