Pr. Emilio Agüero

A días de recordar uno de los eventos más trascendentales de la fe cristiana conocida como la Semana Santa, quisiera explicar de manera sencilla lo que implica esta recordación y lo que fue ese suceso en la historia de la humanidad y su significado espiritual por encima de todas las cosas.

La muerte de Jesús en la cruz fue una muerte expiatoria, una palabra conocida en el mundo religioso, pero no entendida de manera profunda, y es fundamental que todos lo sepan ,pues en ella radica nuestra esperanza eterna.

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"La expiación es el acto por el cual se quita el pecado o la contaminación mediante un sacrificio o pago establecido por Dios. El concepto básico de la expiación es el de eliminar el obstáculo que impide la bendición de Dios o nos separa de Él. Dios había dado a Moisés las indicaciones de los sacrificios y ofrendas para expiación de pecados.

Podemos encontrar todos los tipos a lo largo de los libros citados del Pentateuco o la Torah. Durante prácticamente todo el Antiguo Testamento en el Templo se ofrecían todo tipo de sacrificios especialmente por los pecados. En el libro de Hebreos del Nuevo Testamento especialmente en los capítulos siete al diez se nos explica claramente estos sacrificios y el paralelismo que tenia con la muerte expiatoria de Cristo en la Cruz.

Para un judío de la época de Jesús estos conceptos estaban esculpidos en su mente y corazón, eran instruidos en su más tierna infancia para entender todo el complejo sistema de sacrificio de la Torah y su significado. Cuando Jesús se acerca al Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista, este, bajo la revelación de Dios, al ver a Jesús exclama: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" Jn 1:29 RV. Cualquier judío que hubiera estado allí presente entendió claramente lo que quiso decir el Profeta. Este era El Cordero, no uno más, no uno que habría que sacrificar cada año por los pecados, este era el Mesías, el Hijo de Dios, Dios hecho Hombre, el Emmanuel profetizado. "Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores…Él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por sus llagas fuimos nosotros curados… angustiado el, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero… aunque nunca hizo mal, ni hubo engaño en su boca" (Isaías 53).

Jesús predicó poco más de tres años hasta que fue crucificado en la Cruz. Este evento no lo sorprendió, el mismo lo anunció reiteradamente, para a eso había venido, esa era su meta: "Y comenzó a enseñarles (Jesús) que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho… y ser muerto, y resucitar después de tres días" (Mr 8:31; Lc 24:7)".

(Extracto del libro 'La Resurrección'"" del Pr. Emilio Agüero Esgaib)

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