Por Esteban Aguirre

@panzolomeo

El otro día me encontré perdido y encontrado en una reflexión, es una cosa particular el momento en que encontrás tu reflejo en las palabras ajenas. Es una buena señal, significa que la conversación que estás teniendo tiene resonancia, genera empatía y probablemente, si uno está libre de prejuicios al escuchar, de cierta manera deja una enseñanza.

Soy un fiel creyente que absolutamente todas las personas que conozco en el camino tienen el potencial de dejarme una enseñanza, porque al final del día el alumno busca el maestro o al mentor, no recuerdo haber visto a Yoda diciendo "Dale sique Luke, llega pues a casa, ahí cerca de esa laguna re-loca vivo". Uno busca aprender (o no lo hace), con esto en mente, la idea de que la vida es aburrida, que muchas personas sostienen, sea con suspiros, expresiones o simple comportamiento en general, me parece una noción ridícula.

El simple hecho de estar vivo ya es un viaje increíble, qué hacer en el medio es prácticamente el juego al que nos invitaron a participar, aburrirse es una decisión no un destino.

El simple hecho de estar vivo ya es un viaje increíble, que hacer en el medio es prácticamente el juego al que nos invitaron a participar, aburrirse es una decisión no un destino.

"La cosa es aprender de tu locura, ese momento en que empezás a rebotar las ideas contigo mismo. (Pausa reflexiva) Cuando reflejo mi locura es cuando proyecto mi cordura", estas palabras definen más un pantallazo de cómo mi hermano ve el mundo. Si me pongo a pensar sobre ellas empiezo a no solo pensar en una idea, sino también en una persona, y eso crea un universo en donde por un instante de conversación solo existimos los presentes y por un segundo lo único que importa es ese momento en donde el silencio se rompe con el sonido de palabras, que más veces que menos, no llegan a aportar más que el silencio mismo. He ahí la importancia de rodearse de buena conversación, de mentores de momentos a los cuales uno quiere regalarle el eterno presente de "Tranquilo, yo te estoy escuchando".

Escuchar o mejor dicho oír, un acto difícil ya sugerido por el diseño natural de nuestro cuerpo, dos orejas y una boca, escuchar el doble y hablar la mitad, un acto caso imposible en tiempos de redes sociales, "mensajitos de texto" y fotografías de "mirá lo que almorcé hoy". Me animo a decir que la acción de escuchar ha evolucionado en este mundo globalizado. Escuchar hoy es el acto de amar. Si amás a alguien cuestionate sobre qué tanto tiempo y atención le prestás a sus palabras; a verdaderamente decodificar el contenido detrás de un "Buen día mi amor", el tono, el momento y la felicidad de responder porque estábamos atentos al sonido de esas palabras y no la imagen del texto en nuestro teléfono.

Hoy es el día en que el amor se pone de moda por 24 horas en esta canica azul. Si escuchar es un acto de amor y el amor como pensamiento es verdad, como acción es justicia y como un sentimiento es finalmente paz, ¿por qué no regalarnos un poco de paz en vez de ese osito de peluche con 6 Bon o Bon y la cena en el techo de una combi? ¿Por qué no sentir que ese "te amo nena" tendrá oídos amables con ojos cálidos y una sonrisa que derrite el silencio más oscuro?

¿Por qué no?

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