• Por Gabriela Rojas Teasdale
  • Presidenta de la Fundación
  • Transformación Paraguay
  • @GabyTeasdale

Quiero compartir con ustedes la historia de Alvarito, con la ilusión de que pueda servir de ayuda a una familia que lucha desde hace tiempo por salir adelante.

Alvarito es el hijo de 10 años de María Irma. A los dos años le diagnosticaron un tumor en el cerebro y tuvo su primera cirugía. Hasta entonces convulsionaba con mucha frecuencia y esas convulsiones continuaron, haciéndose más intensas a medida que el tumor crecía. A los seis volvió a operarse pero los médicos no pudieron remover completamente el tumor porque se encontraba pegado al tronco cerebral.

Luego de esa intervención, Alvarito comenzó a pronunciar sus primeras palabras y a ser un poco más autónomo, pero las convulsiones continuaron. María Irma recorrió consultorios buscando nuevas evaluaciones y hasta recurrió sin éxito a la medicina alternativa con la esperanza de encontrar un poco de alivio para su pequeño.

Esta mamá necesita ayuda para costear los tratamientos de su hijo. Resonancias, análisis y medicamentos muy costosos constituyen un calvario para una familia que tiene un padre desempleado y una madre que trabaja a destajo cuando la condición del niño lo permite. En un intento por tener más ingresos para cubrir consultas y estudios médicos, la pareja invirtió en un negocio que terminó yendo mal, las deudas se multiplicaron y todo fue nuevamente cuesta abajo.

María Irma junta objetos usados y organiza ferias de garage o vende alimentos para recolectar fondos. Pero muchas veces, nada parece suficiente. Hay días que no alcanza ni para el almuerzo.

Más allá del dogma cristiano que respeto y practico, hay un concepto de solidaridad construido desde la sociología como una precondición de la armonía en el sistema social. Nacemos con la capacidad de ponernos en la piel de los demás, de sufrir y disfrutar con ellos. La escritora y filósofa española Elsa Punset dice que podemos aprender a potenciar la solidaridad, pero también a ahogarla. Y que es fundamental despertar la capacidad activa de ayudar a las personas que forman parte de una sociedad. Nos necesitamos porque en un mundo en el que cada día somos más, tenemos que colaborar para sobrevivir y prosperar.

Esta necesidad se potencia en comunidades como la nuestra, con sistemas sanitarios estatales deficitarios, altos costos en el sector privado y una política de prevención prácticamente nula. Ta vez María Irma sea una más de tantas madres, esposas, hijas, hermanas, que deambulan por los hospitales públicos y privados en busca de una esperanza de vida para los suyos. Pero estoy segura de que si hoy hago algo por ella estaré contribuyendo a un cambio. Porque creo que las pequeñas acciones realizadas en forma continua son las que causan un gran impacto en la sociedad.

Desde este espacio de reflexión les invito a pensar en la solidaridad y en lo mucho que podemos hacer con una pequeña acción. Los grandes personajes de la historia comenzaron con pequeños esfuerzos, pero sobre todo con acciones sencillas. Con pequeños actos de amor.

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