A veces, podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto, toda nuestra vida, se concentra en un solo instante. (Oscar Wilde)

Muchas veces, nuestros días se vuelven automáticos: nos despertamos, nos duchamos, desayunamos, vamos al trabajo, volvemos, cenamos y dormimos. Y por consiguiente, es muy común terminar el día con una sensación de vacío; nos desocupamos de todo y al momento de dormir solo pensamos y no estamos conformes con nuestra vida.

Si pensás que este es solo un día más en tu vida, te equivocás. No es solo otro día, es el único día que se te ha otorgado, el hoy; la vida te lo ha permitido, es un regalo, es todo lo que tenés aquí y ahora, y la única respuesta apropiada a ese regalo es disfrutarlo, agradecerlo, vivirlo.

Nuestra mente gasta alrededor del 70% de su tiempo reproduciendo memorias y creando escenarios de "momentos perfectos", es solo un 30% de nuestro tiempo en el que realmente estamos viviendo nuestro presente. Lo malo no es que le invirtamos tan poco tiempo a vivir nuestro presente, sino que mucha gente nunca logra vivir en el ahora.

Están quienes se ponen a sí mismos condiciones para su felicidad. Nunca debemos de pensar en la felicidad como una meta cuando esta puede perfectamente estar en todo el camino. La felicidad en una meta dura solo un momento o unos pocos minutos y no más que eso, pero la felicidad en el camino durará toda tu vida.

Uno de los secretos consiste en abrir los ojos a todas esas cosas que suceden en nuestro presente. No existe el pasado o el futuro. Sólo existen los hechos en el presente.

Este día es lo único que tenemos seguro. Aprender a poner atención plena a todo lo que hacemos momento a momento, disfrutarlo, vivir en el aquí y ahora, despiertos y atentos. Como si hoy fuera el primer y último día de nuestra vida.

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