• Armando Giménez Larrosa
  • Periodista
  • armando.gimenez@gruponacion.com.py
El éxito no tiene techo para el abogado Mario Arrúa, hoy director legal de Equifax para América Latina, una compañía multinacional. Inició su vida laboral con un sueño que alcanzar para comprarse un "reloj", hoy ese tiempo le retribuyó el éxito, pues gracias a la experiencia pudo escalar grandes puestos, con mucha preparación, sacrificio y exigencia.

Arrúa señala que la clave para él es el equipo, seguido de la inspiración y el desafío. Enfatiza que un buen líder tiene que ser apasionado por lo que hace e inspirar eso en los demás. "Nunca aceptar nada menos que la excelencia", resalta.

- ¿Cómo inició su vida laboral? ¿A qué se dedicó primero?

Cuando tenía 12 años estaba de moda una marca de relojes, y yo obviamente quería uno. La respuesta de mis padres fue simple y contundente, vas a tener que trabajar para comprártelo. Durante las vacaciones de verano fui a trabajar como ordenanza en la oficina de papá, pagaba facturas, preparaba tereré, hacía fotocopias. Al cabo de tres meses pude comprarme el reloj.

Le tomé el gusto al tema y comprendí el valor del trabajo. Luego continué cobrando alquileres para mi abuela, vendiendo calcomanías y todo lo que estaba a mi alcance. Mi primera oportunidad laboral a tiempo completo fue en el estudio jurídico de mamá. Muchos pensarán que fue fácil, pero quienes la conocen saben que no es así. En los primeros meses solo se dedicaba a romper los escritos mal redactados que yo le presentaba. Su exigencia máxima se convirtió en un estándar de excelencia para mí. Aprendí a nunca entregar algo del cual yo mismo no esté orgulloso.

- ¿A qué atribuye el éxito teniendo en cuenta su trayectoria?

Como dicen, el éxito es la combinación entre estar preparado y saber identificar las oportunidades. Toda mi vida me preparé y esforcé para que las oportunidades me encuentren listo. Mi familia de clase media y con mucho esfuerzo apostó por la educación, de chico fui al TEI de Olga Blinder y aprendí sobre la creatividad a través del arte, en el Cristo Rey recibí una sólida formación en valores.

Estudié Derecho en la UNA y adquirí la viveza criolla necesaria para sobrevivir. Finalmente obtuve una beca para hacer una maestría en Derecho Internacional en la mejor universidad del mundo, la de Cambridge en el Reino Unido. Allí pude foguearme con la élite académica mundial y aprendí que la excelencia no es la capacidad de repetir el libro, sino el aportar pensamiento crítico que contribuya al avance de la ciencia.

- ¿Cómo debe uno tratar a su equipo?

Como dije antes, con respeto y exigencia. Recuerdo un ejercicio que habíamos hecho entre un grupo de colaboradores. Había que suponer que uno quedaba varado en un bosque y podía elegir 5 objetos de una lista de 20 para sobrevivir. Los resultados se comparaban luego con los objetos que los expertos sugerían que serían los más útiles.

En la primera parte, cada uno elegía individualmente, en la segunda había que consensuar los objetos en equipo. Yo estaba seguro que los que yo había elegido tenían que ser los objetos, pero en el medio de las discusiones del grupo llegamos a acuerdos sobre otros que no estaban en mi lista.

Los resultados fueron sorprendentes para mí, la lista grupal era mejor, y este era el caso con respecto a cualquier lista individual. Está claro que el trabajo en equipo es mejor que la suma de los individuos. El líder debe sacar esa chispa, promover el desacuerdo y conflicto, promover ideas originales y disruptivas, pero luego facilitar el consenso.

- ¿Cómo llegó a ocupar altos cargos en donde trabajó?

Como dije antes, me preparé para que las oportunidades me encuentren listo, pero estas oportunidades las recibí de gente que confió en mí. En cada uno de los puestos que ocupé tuve la suerte de encontrar grandes mentores. Cada una de estas personas fue, a su manera, sumamente exigente conmigo y nunca me permitieron ser una versión inferior de mí mismo.

También creo que los cargos son altos gracias a las personas que los ocupan. Es decir, con independencia del orden jerárquico o la paga, uno tiene que dar siempre lo mejor de sí mismo y así dignificar la posición. También es importante tener sentido de pertenencia y relevancia. Me encanta la parábola donde encuentran a dos hombres picando piedras y les preguntan qué están haciendo.

El primero responde que está picando piedras y el segundo, que está haciendo exactamente lo mismo, responde que está construyendo una catedral. A través del trabajo, tanto como alto ejecutivo, como mando medio o simple obrero, uno tiene que ver la huella que deja.

- En este sentido. ¿Cuál es la clave para saber liderar?

Hoy estoy liderando un equipo de abogados en 11 países, cada uno con más de 20 años de experiencia y siendo expertos en sus materias. La primera clave del liderazgo es el respeto hacia el trabajo del equipo, hacia su capacidad y conocimiento, no pretender ser el supuesto líder autocrático que se dedica a dar las instrucciones y decir qué hacer.

Como dijo Steve Jobs: "No tiene sentido contratar a gente inteligente y luego decirles lo que tienen que hacer", al contrario, hay que "contratar gente inteligente para que le digan a uno qué hacer". La segunda clave para mí es la inspiración, el desafío. Un buen líder tiene que ser apasionado por lo que hace e inspirar ese mismo apasionamiento en los demás. Constantemente, en el mismo sentido, es fundamental desafiar al equipo a ser mejor. Nunca aceptar nada menos que la excelencia.

- Dicen que uno debe ser ejemplo a seguir para su equipo. ¿Qué opina al respecto?

En ciertas cosas sí, por ejemplo en los valores y compromiso ético. No puede haber tolerancia a desviaciones y el primero entre los iguales debe ser el líder. En otras cosas es importante la diversidad y que cada uno juegue un rol distinto. Si el equipo consiste solamente en un perfil adecuado y luego un grupo de personas que buscan seguirlo estará destinado al fracaso.

No hay espacio para la discusión ni la originalidad. Hay solo una forma de hacer bien las cosas y es la del supuesto líder. En mi trabajo es importante que las personas cuestionen el estado de las cosas, es mejor equivocarse a quedarse estancado. Yo siempre busco personas con perfiles distintos, especialmente del mío, para que integren los equipos de trabajo que yo lidero, en la diversidad encuentro la excelencia. Fomento la discusión y el desafío a mis ideas, que a veces me cuesta aceptarlas, pero como expliqué en el juego de elegir objetos, confío en que el resultado que el equipo produzca será mejor que solo el mío.

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