• Por Milia Gayoso-Manzur
  • milia.gayoso@gruponacion.com

La escritora Irina Ráfols inaugura un nuevo ciclo de La Escuela de Escritores, el próximo sábado 4 de febrero. El mismo se desarrolla en el Centro Cultural El Lector, ubicado en San Martín esquina Austria, de 17:00 a 19:00.

"Este es el 9no. año que trabajo renovando el programa con diversos temas y dinámicas. Algunos de los objetivos que planteo con los alumnos tienen el fin de producir textos con calidad literaria y valor artístico, obtener conocimientos literarios, incentivar a la lectura y a la escritura reflexiva, que el estudiante pueda reconocer cuándo un texto tiene calidad literaria y cuándo no, revalorizar el arte de escribir, enseñar a adquirir una disciplina para el trabajo, es decir, tratar la escritura como un oficio y comprender que la escritura más que inspiración es una artesanía", dice.

Irina explica que son varios los objetivos que se van trabajando a lo largo del año, y a veces en varios años. "Todo depende del interés del estudiante y del tiempo que necesite para lograrlos. Cada persona tiene un tiempo propio. La didáctica que aplico en mis clases permite trabajar procesos. No trabajo con la premura de terminar un programa. Me centro en el proceso de cada estudiante y esto es muy personal".

Durante las clases, explica que producen diversos tipos de textos literarios que van desde poemas, cuentos, prosas literarias, novelas, ensayos y otros subgéneros literarios. "Estudiamos técnicas de escritura, metodología, teorías literarias, análisis, planteamos debates y finalizamos el año con exposiciones. La premisa de las exposiciones que tiene cada grupo es despertar a otros el interés de leer un libro o motivarlos a conocer a un autor relevante. La idea es aprender disfrutando, siendo muy interactivos con todo el grupo. Los alumnos leen en clase los textos producidos y aprenden a opinar críticamente. La enseñanza no es unilateral como en el colegio, aquí todos aprenden de todos, y mi función es guiarlos y orientarlos para que sean capaces de producir su propio aprendizaje. No doy clases magistrales y aburridas. El estudiante interactúa, crea, opina, produce trabajos", agrega.

Varios han sido los alumnos durante estos nueve años que se han destacado en concursos literarios y han llegado a producciones colectivas e individuales. "El tema no termina en escribir, hay que llegar a la publicación, una vez que se alcance cierta calidad", afirma.

En cuanto a las edades de los que asisten a la escuela, hay gente de todas las edades, jóvenes y adultos. "Los grupos suelen ser heterogéneos y trabajamos para homologar los conocimientos, manteniendo la forma de pensar de cada edad y respetando cada gusto".

Irina cuenta una situación que ocurre muy a menudo: "Hay personas que se comunican conmigo para que los ayude a publicar, pero no hicieron una escritura reflexiva, no se plantearon antes la pregunta: ¿Es bueno lo que escribo? ¿Tiene calidad artística? Por lo general, la gente escribe compulsivamente y tiende a enamorarse de lo que escribe sin reflexionar sobre qué es lo que escribió. A casi nadie le da la mala espina de que esté mal escrito, o que no tenga ningún valor literario o tenga errores. Es en este sentido que estas clases pueden ayudar a darse cuenta, a tomar conocimientos específicos y a estar capacitado para evaluar lo que produce".

Con respecto a si el escritor nace o se hace, la escritora dice: "Pasa lo mismo en todos los planos artísticos y en cualquier oficio. Siempre hay técnicas para mejorar lo que sea. Las técnicas literarias y los recursos son elementos que se estudian. No conozco a nadie que haya nacido conociendo esos recursos, los que hacen a un estilo artístico. Siempre es un conocimiento adquirido en algún lugar, porque el lenguaje literario es una transgresión del lenguaje común, imposible nacer con esa transgresión. Solo el que escribe con el compromiso personal de llegar al arte sabe que el lenguaje literario es una artesanía, es decir, un trabajo que se desarrolla", finaliza.

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