En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde "todos contra todos", en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos, un muro de hormigón de 5 metros de alto y 1.300 metros de largo divide a la ciudad argentina de Posadas con el puente internacional que lo une con Encarnación.

El muro que el presidente norteamericano Donald Trump insiste en erigir en la frontera con México, ya existe hace más de 2 años en Sudamérica con similares características y fue construido bajo el gobierno de Cristina Kirchner.

El muro no tiene una función concreta más que impedir o más bien dilatar el acceso directo de peatones y el transporte a la cabecera argentina y a la de Paraguay afectando al comercio fronterizo de ambos países. Esta obra desde su concepción genera disgusto en la población local ya que el tránsito solía ser fluido, aunque pese a ello, el paso e intercambio entre ambas ciudades por esta situación no ha disminuido.

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La Nación de Argentina se hizo eco nuevamente del caso considerandolo como un "murallón absurdo y discriminatorio". Señalan que los automovilistas de la capital de la provincia de Misiones tienen que dar un largo rodeo y los caminantes se ve obligados a subir a una suerte de puente aéreo que llega hasta la estación del tren.

El muro se inició cuando Oscar Thomas era director ejecutivo de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) y el ministro de Transporte de la Nación era Florencio Randazzo. Con el nuevo gobierno, el nuevo titular del ente es Humberto Schiavoni, presidente del Consejo Nacional del PRO, aunque la situación en nada cambió.

Yuyos y abandono

La Nación describe que la zona en parte está cubierto de yuyos y en situación de abandono. Uno de los consultados sobre el murallón por el medio argentino fue el titular del Colegio de Arquitectos, Javier Bellochio.

Expresó que "se trata de una mala infraestructura urbana no consensuada, que disminuye el valor inmobiliario de las propiedades y afecta la calidad de vida de la gente que ha perdido la vista al río", según cita La Nación.

En el mundo la caída del muro de Berlín representó el fin de una etapa de divisiones y conflictos, sin embargo nuevamente con ejemplos como la insistente postura de Trump, no hace más que atentar a las relaciones y el intercambio entre los países.

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