Por Laura Morel

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La Real Academia Española (RAE) define la palabra "Odisea" como "Viaje largo, en el que abundan las aventuras adversas y favorables al viajero", así como también una "Sucesión de peripecias, por lo general desagradables, que le ocurren a alguien".

La Amaury Sport Organisation (ASO) utiliza dicha palabra para presentar al Dakar, el rally raid que organiza desde hace casi cuatro décadas y que siempre viene acompañado de la siguiente descripción: "el más duro del mundo".

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Suena a exageración y siempre se cree que dicha frase simplemente sirve para los pilotos y copilotos participantes. Sin embargo, cuando se está dentro, cuando se siguen sus huellas y se acompaña su recorrido durante dos semanas, se llega a la conclusión que la frase es generosa, así como que también "afecta" a todos los involucrados en la aventura.

La edición 2017, la 39ª de la historia del Dakar, llegó por primera vez a Paraguay y gracias a ello varios periodistas de este país tuvimos la oportunidad de ser parte de las casi tres mil personas que convivieron del 1 al 14 de enero, pasando por todo tipo de experiencias y complicaciones.

Es que, ni siquiera la fiesta de la largada simbólica, realizada el pasado 1 de enero en la Costanera de Asunción, estuvo libre de desafíos. El calor paraguayo marcó presencia, golpeando al público presente y sobre todo a los visitantes, para nada acostumbrados a nuestro sofocante verano.

Al día siguiente, mientras los competidores exploraban el suelo guaraní en el Departamento de Cordillera, los cerca de 300 periodistas acreditados para acompañar el "Dakar 2017 Paraguay Bolivia Argentina" ya estábamos camino a Resistencia, sede del primer campamento.

Un calor nunca antes experimentado, donde pasarse el día bebiendo agua no alcanzaba, nos dio la bienvenida en el Chaco argentino.

En el transcurso de la tarde, mientras la prensa montaba carpas y enviaba informes, comenzaban a llegar los pilotos para dar inicio a una rutina que se repitió durante las dos semanas de viaje y acampada: buscar al equipo de asistencia, dejar los vehículos para que comiencen a ser inspeccionados por los mecánicos, darse una ducha, comer y empezar a estudiar el roadbook (libro de ruta) de la siguiente etapa antes de descansar unas horas. Para la nochecita, los vehículos ya estaban impecables, en perfectas condiciones y brillando de limpios.

Al día siguiente, la rutina se reanudaba bien de madrugada, al punto que para cuando la jornada periodística arrancaba, ya solo quedaban algunos autos y camiones (los últimos en partir), además de otros pocos equipos de asistencia que estaban desmontado para luego seguir a sus pilotos.

Mientras los pilotos debían superar todo tipo de terrenos (desiertos, dunas, fesh-fesh, ríos, piedras), climas (calor sofocante, frío con nieve) y altitud durante las etapas, en los campamentos también sucedía algo similar. Claro que sin las adversidades que el rally proponía a los competidores.

Dormir al menos cinco horas al día era todo un privilegio; bañarse en agua caliente, un milagro que se disfrutaba como el regalo soñado; encontrar a los pilotos paraguayos tras su arribo al campamento, toda una carrera nocturna contra el tiempo.

¿Comer? Se comía muy bien. La ASO servía unas siete mil raciones de comida por día en el campamento, para las casi tres mil personas que convivían en el bivouac, entre competidores, organización, sponsors y profesionales de la comunicación. Eso sin olvidar que los menús fueron escogidos por cocineros franceses (tal y como se hizo en Paraguay) y nunca faltaban un rico postre y un buen aperitivo para, tal vez, brindar por otro día superado.

Los campamentos, de un tamaño promedio de diez mil metros cuadrados, terminaban de montarse mientras los recién llegados corríamos por un lugar en la sala de prensa. Tenían la misma estructura, el mismo diseño y solo en algunos casos como en La Paz (academia militar), Uyuni (academia militar) y Salta (centro de convenciones, el más lujoso), estaban montados en instalaciones de materiales de construcción que ofrecían un techo "real" para dormir.

Los pilotos, sobre todo los que pertenecían a equipos de mayor presupuesto, tenían sus propias casas rodantes para descansar. Algunos elegían dormir en hoteles cercanos, mientras que los demás también debían montar carpa para reposar al tiempo que la asistencia trabajaba en sus vehículos.

Los protagonistas

El Dakar 2017 lo iniciaron 316 vehículos, de los cuales abandonaron 74: 34 en la categoría motos (eran 146), entre ellos el campeón defensor Toby Price, 20 en autos (73), 14 en quads (37), 3 en UTV (10) y 3 en camiones (50). Francia mantuvo su hegemonía con la mayor cantidad de participantes (15%), Argentina fue la abanderada por Sudamérica (11%) y Paraguay hizo historia.

Beto Recalde y Juanjo Sánchez fueron los únicos integrantes de la histórica representación paraguaya que no pudieron completar el Dakar. Nelson Sanabria (quads) completó su cuarto Dakar llegando en el octavo lugar, Blas Zapag y Enrique Zapag (autos) finalizaron en el 37º puesto, Thomas Englert y Hans Thiede (autos) en el 51º y Joss Candia (motos) en el 69º.

Nosotros, los alrededor de trescientos periodistas de distintas partes del mundo que acompañamos el Dakar desde el día uno, terminamos probando algo de la amargura que sienten los pilotos cuando se ven obligados a abandonar la competencia sin poder cumplir el sueño de subir al podio de llegada.

Faltó la guinda

En el último día, en el último vuelo, la compañía aérea que nos trasladaba dentro del territorio argentino volvió a experimentar problemas. En consecuencia, la partida del primer y segundo grupo de periodistas y miembros de la ASO de Río Cuarto a Buenos Aires, se retrasó. Tanto, que dos horas después de que se haya iniciado la ceremonia del podio de llegada, el primer avión recién partía.

Ese mismo vuelo debía retornar a Córdoba para llevar al segundo grupo, por lo que para cuando nosotros llegamos a la capital argentina ya eran las 11:00 de la noche.

No hubo podio para los periodistas, no hubo cierre del círculo, no hubo celebración. Sí hubo frustración y descontento, pero no lo suficiente para opacar y hacer olvidar el "viaje largo" de "aventuras adversas" y toda la adrenalina y emoción que giran en torno a esta odisea llamada Dakar.

Perú ya inició contactos con la ASO para volver a albergar el Dakar, las autoridades bolivianas quieren que el rally ingrese a su país por el chaco paraguayo. Paraguay, ¿ya inició las tareas para volver a traer uno de los eventos automovilísticos más famosos del mundo (solo superado por la F1) al suelo guaraní?

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