Natal, Brasil. AFP.

El gobierno brasileño trataba ayer martes de recuperar el control de las cárceles para frenar las matanzas entre bandas rivales, pero se veía confrontado a un nuevo motín en Natal y a una huelga de guardias en Río de Janeiro.

La crisis que causó más de 130 muertos en los presidios desde el comienzo del año volvió a dejar imágenes caóticas en la penitenciaría de Alcaçuz, donde 26 reclusos fueron asesinados este fin de semana.

Ayer martes, la policía disparó balas de goma desde el exterior contra los presos que trataban de invadir los pabellones de las facciones rivales, en un movimiento similar al que desencadenó la matanza del sábado.

Los agentes apuntaban desde los muros que rodean el centro en dirección de los amotinados, que buscaban refugiarse en los techos de los edificios o sacaban muebles y colchones para bloquear un eventual avance de las tropas.

A las puertas de la cárcel, familiares afirmaban que reclusos de la facción local Sindicato do Crime RN, a la que pertenecía la mayoría de los asesinados del fin de semana, trataban de invadir el pabellón donde se encontraban sus rivales del poderoso PCC.

"La situación es muy tensa", afirmó el mayor de la Guardia Penitenciaria Wellington Camilo al sitio de información G1.

El feroz enfrentamiento entre el Primer Comando de la Capital (PCC), de San Pablo y el Comando Vermelho (CV), de Río de Janeiro, y sus aliados locales, por el control de las rutas de la cocaína incendió las cárceles brasileñas en las últimas semanas.

En lo que va del año, 134 presos fueron asesinados en varias exhibiciones de violencia extrema, según un cómputo hecho por el diario Folha de San Pablo con datos del Ministerio de Justicia.

En contacto telefónico con su marido, la esposa de un preso, miembro del PCC, confirmó a la AFP que internos del Sindicato del Crimen trataban de invadir el pabellón donde se encontraba este.

"Lo están intentando, pero no lo van a conseguir", aseguró.

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