Por Juan Luis Ferreira

Socio ADEC

Hay algunas expresiones que se repiten, casi mecánicamente, quizás para convencernos, quizás para confundirnos. Una de ellas es que en la democracia se hace "lo que quiere la mayoría". Revisemos un par de ejemplos imaginarios: Si 5 millones de paraguayos, una indiscutible mayoría, estamos de acuerdo en disminuir la cantidad de parlamentarios, NO podemos hacerlo. Si la mayoría queremos dejar de pagar pasaje, NO podemos hacerlo. Hay caminos institucionales que deben respetarse para cambiar las cosas. Así es en todas las sociedades que prosperan, de lo contrario, podríamos por voluntad popular soltar un Barrabás por día.

¿Podemos pedirle a la gente que decida si quiere pagar impuestos? ¿Podemos preguntarle a la gente que decida si quiere la revocatoria de mandato, para que en uso de los derechos constitucionales determine si las autoridades le están dando tenencia de la tierra, salud, ambiente saludable, seguridad, educación o justicia? ¿Podemos preguntar si está bien que el salario promedio del empleado público sea superior a 5 millones de guaraníes? ¡Que la gente decida!

No es bajo campañas engañosas y circunstanciales que resolveremos los problemas más importantes. Aún no tenemos una democracia madura, la estamos construyendo despacito. Falta tener educación crítica e innovadora, construir un nuevo tejido moral, desarrollar instituciones, trabajar sobre consensos, tener políticas de Estado y otros condimentos que solo el tiempo, la conciliación y la perseverancia nos otorgarán.

Todos pueden expresarse y plantear sus deseos, motivos o razones, pero no sobre la base de estar traduciendo y tergiversando la ley. Tampoco es valedero argumentar que la Constitución ya fue violada antes. Tuvimos un presidente que nunca debió ser candidato porque su sacerdocio lo hizo jurar ante Dios. Tuvimos un presidente que no quería ser presidente pero los amigos adaptaron las interpretaciones legales para que lo fuera. Tuvimos un presidente que se eternizo porque "los amigos y el pueblo así lo pidieron", ¡votación incluida!

Todo nuestro marco legal puede discutirse, corregirse, mejorarse, pero sobre la base de un análisis sereno, sin influencias coyunturales y con proyecciones a largo plazo. Salvo situaciones realmente excepcionales, las constituciones no se tocan, ni se traducen, ni se explican, simplemente se cumplen.

Nos distraemos demasiado planteando, otra vez, posiciones antagónicas, las que dejan heridas, generando ofensas y amenazas. Nuestro país necesita paz para que estiremos todos del mismo lado y resolvamos las carencias prioritarias.

Es una gran oportunidad para que nuestros representantes muestren quiénes son patriotas, tienen coraje y cumplen su servicio al pueblo.

Que Dios nos ilumine para apoyar a nuestros representantes íntegros y nos permita deshacernos de los que fallan en el juramento que le hicieron a Él y a la patria.

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