Buenos Aires, Argentina | AFP |

Primer país de América latina en construir un satélite de comunicación en el 2014, exportador de tecnología nuclear, Argentina teme perder su liderazgo científico regional por falta de financiamiento público.

Con tres premios Nobel en disciplinas científicas, Argentina ha sido históricamente reconocido por la alta capacidad de sus recursos humanos aunque no siempre ello ha estado acompañado por un nivel de inversión acorde, un tema siempre sensible.

La polémica sobre el futuro de la investigación científica se reavivó esta semana desde que el lunes estudiantes y científicos ocuparon el ministerio de Ciencia y Tecnología en rechazo a la reducción presupuestaria para el sector.

El ministro de Ciencia, Lino Barañao, admitió la baja presupuestaria y dijo confiar en que, de cara a 2017, "en la medida que uno justifica para qué necesita los fondos, uno consigue financiar adecuadamente las actividades".

Barañao es el único ministro que el presidente Mauricio Macri conservó de la administración de Cristina Kirchner (2007-2015), que puso en pie un programa de repatriación de científicos, tras varias décadas de desinversión.

Energía nuclear

La investigación científica argentina, que tuvo un impulso tras la Segunda Guerra Mundial en parte con la llegada de científicos alemanes, cobró especial vigor a partir de finales de la década de 1950. Pero el proceso fue abruptamente interrumpido por la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970).

Un argentino, Bernardo Houssay, fue el primer latinoamericano en obtener un premio Nobel de Medicina, en 1947. Siguieron sus pasos eminencias como Luis Leloir (Premio Nobel de Química 1970) y César Milstein (Premio Nobel de Medicina 1984), entre otros.

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Comisión Nacional de Actividad Espacial (CONAE) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) son organismos claves en el desarrollo científico argentino.

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