Ciudad del Vaticano, Santa Sede | AFP.

El papa Francisco no ceja en su reforma de fondo del gobierno de la Iglesia, la Curia. Afirmó ayer que no debe limitarse a un simple "lifting" sino que, entre otros aspectos, debe atribuir puestos clave a laicos y mujeres. El pontífice argentino destacó los diferentes tipos de "resistencias" que suscita la reforma. Y aludió a las "resistencias ocultas" y "maliciosas" que nacen en los corazones "petrificados" que quieren que "todo quede como antes", refugiándose en las tradiciones, en las apariencias, en la formalidad", fustigó.

El pontífice "reformador" dirigía este jueves su tradicional mensaje de Navidad a los dirigentes de la Curia, un ejercicio durante el cual tomó el hábito de aguijonear con relativa virulencia a los cardenales y obispos reunidos para escucharlo en el marco solemne de la Sala Clementina del palacio Vaticano. En diciembre del 2014, en una requisitoria virulenta, enumeró 15 "enfermedades" que afectan a la Curia, como "el alzheimer espiritual", "la fosilización mental", "la mundanidad" o "la corrupción de las costumbres". En diciembre del 2015, se mostró más alentador proponiendo "antibióticos" para esas enfermedades y enumeró las "virtudes necesarias", como "la honestidad". Para esta edición 2016, el papa citó 12 "criterios" para guiar esta reforma. Entre ellos la "catolicidad" (o universalidad) de la Iglesia, "a través de la contratación de personal proveniente de todo el mundo, de diáconos permanentes y fieles laicos y laicas" sobre todo "en aquellos Dicasterios en los que pueden ser más competentes que los clérigos o los consagrados". "De gran importancia es también la valorización del papel de la mujer y de los laicos en la vida de la Iglesia, y su integración en puestos de responsabilidad en los dicasterios, con particular atención al multiculturalismo", insistió Francisco en su largo discurso.

El pontífice argentino destacó los diferentes tipos de "resistencias" que suscita la reforma. Y aludió a las "resistencias ocultas" y "maliciosas" que nacen en los corazones "petrificados" que quieren que "todo quede como antes".

Pontífice pide un cambio de mentalidad

Haciendo un balance de todas las medidas tomadas desde el comienzo de su pontificado, el papa subrayó la seriedad de la reforma, que debe ser acompañada de "un cambio de mentalidad". A su juicio "no basta solo cambiar el personal, sino que hay que llevar a los miembros de la Curia a renovarse espiritual, personal y profesionalmente". "La reforma no tiene una finalidad estética, como si se quisiera hacer que la Curia fuera más bonita; ni puede entenderse como una especie de lifting, de maquillaje o un cosmético para embellecer el viejo cuerpo de la Curia, y ni siquiera como una operación de cirugía plástica para quitarle las arrugas" añadió. "Queridos hermanos, ¡no son las arrugas lo que hay que temer en la Iglesia, sino las manchas!" lanzó el papa, gran adepto a las fórmulas gráficas.

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