Por Marcelo A. Pedroza

COACH – mpedroza20@hotmail.com

Es el lenguaje una herramienta que nos permite conocernos. Su poderío está asociado a factores internos y externos, los primeros los posee todo ser humano y son descubiertos a través de la disposición a indagarse y superarse, así las habilidades adquieren un carácter evolutivo y su ascenso práctico está condicionado a la utilización acorde que ellas requieren; los segundos encuentran espacios en los ambientes que generan contactos hacia y con los demás, y desde donde lo cultural, lo histórico y lo educativo desempeñan vitales funciones.

El lenguaje tiene sus mundos y todos son relevantes. Hay corrientes filosóficas, literarias, sociológicas, psicológicas y lingüísticas que le otorgan un principal protagonismo. Los que se animan a vivirlo en su máxima expresión se sorprenden de su poderío operativo.

Podemos estar expuestos a diferentes escenarios. Ante una expresión es probable que sucedan interpretaciones de lo dicho, de lo hablado, de lo manifestado. Y de las mismas vuelvan a surgir nuevos alcances de lo analizado o comprendido, y así sucesivamente hasta volver a empezar, si el caso lo permite y las mismas personas siguen involucradas, porque de lo contrario sus efectos pueden extenderse tanto como el número de hablantes por los que han surcado las palabras originales y con posibles agregados o adendas que cada voluntario haya anexado. Donde hay dos personas hay dos mundos de experiencias, imaginemos entonces dentro de una sociedad el universo de historias existentes en sus habitantes y con ello el esplendor de la diversidad y por lo tanto el auge cotidiano de los filtros que desde lo perceptivo suceden en cada uno. Por lo que esos diferentes escenarios son tantos como destinatarios del lenguaje utilizado existan.

Se recomienda preguntar, y volver a hacerlo, y si es necesario, y con su debido respeto, insistir preguntando. Es una técnica simple que se compone de una oración interrogativa. En ella el qué, el cómo, el quién, el dónde, el por qué, el para qué y el cuándo se desempeñan como potenciales pilares de los abundantes contenidos a descifrar, a aclarar, a especificar, a detallar, a enmarcar, a enumerar, a recalcar, y a cuantas otras finalidades en cada caso puedan suceder. Es que por ejemplo se pueden dar expresiones que estén emitidas desde una generalización y para el hablante denoten una experiencia vivida y por lo tanto asumida como hecho inexorablemente inviable de mutaciones valorativas, dada su impetuosa consecuencia personal y para quien se constituye en el destinatario puede que su connotación no solo no sea así como lo expresa su emisor, sino que además tenga innumerables excepciones que no están sometidas a la regla que supuestamente así ha sido emitida.

Es ahí donde el mundo interno y externo de las personas es relevante para entenderse a sí mismo y para poder entender a los otros. El significado del lenguaje está íntimamente relacionado a las intenciones y a los intereses que mueven a los seres humanos, como así también a los ámbitos comunitarios y culturales donde se relacionan. Por lo tanto, es un desafío y siempre lo será el hecho de construir convivencias que se sostengan de los beneficios que brinda el adecuado uso del lenguaje.

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